Ráfagas: La Reforma, exalcalde entrampado
Sea en tertulias familiares, en reuniones de trabajo, encuentros casuales y hasta en mensajes religiosos, la violencia y el crimen sin freno es una preocupación creciente entre ciudadanos de todos los niveles sociales.
Y es que cada vez son más y con mayor frecuencia las víctimas de un secuestro, un robo, extorsión, amenaza, desaparición forzada, feminicidio y un crimen, sin que la autoridad federal, estatal o municipal puedan hacer algo.
Sin embargo, lo que pocos ciudadanos saben, es que la inseguridad y la violencia sin fin –seguidas de la creciente presencia de bandas criminales–, son resultado de un fenómeno sociopolítico llamado ingobernabilidad.
¿Qué es la ingobernabilidad?
En pocas palabras, la ingobernabilidad es la ausencia de gobierno, la carencia de autoridad, la falta de resultados positivos por parte de alguno de los tres ordenes de gobierno –federal, estatal y municipal–, que empuja a los poderes fácticos, como el crimen organizado y el narcotráfico, a llenar los vacíos que dejan las instituciones del Estado.
Una definición clásica de ingobernabilidad dice lo siguiente: “La disminución de la confianza ciudadana en las instituciones de gobierno y del Estado, y la falta de credibilidad en los gobernantes, provocan la disminución de las capacidades de gobierno para hacer frente a los problemas y, con ello, se convierte en un circulo vicioso que puede definirse como la espiral de la ingobernabilidad” (Habermas)
Y el mayor acto de ingobernabilidad y terror lo vimos apenas el pasado sábado, en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas –frontera entre México y Texas–, en donde un convoy criminal protagonizó un brutal despliegue de fuerza y masacró a una veintena de ciudadanos; transeúnte, empleados públicos, estudiantes, comerciantes y ciudadanos que simplemente pasaban cuando fueron “cazados” por los matones.
¿Y qué detonó el ataque?
Elemental: la carencia de autoridad y gobierno federal, estatal y municipal en Reynosa y en Tamaulipas; entidad en donde los ciudadanos no creen en sus autoridades ya que el vacío legal y de poder que dejaron las instituciones del Estado, lo han ocupado las bandas criminales.
Pero lo ocurrido en Reynosa, apenas es una expresión regional de la brutal ingobernabilidad que se vive en todo México. Y si dudan, vamos a un repaso elemental de los hechos que lo confirman todos los días.
1.- El mejor ejemplo de la ingobernabilidad endémica en la gestión de Obrador es que en sólo 31 meses se han registrado cien mil muertes violentas; la mayor cifra en la historia mexicana; cifra de terror, por donde se vea.
2.- Y es ausencia de las instituciones del Estado, en general, pero en particular carencia de gobierno, cuando se reporta que –según la ONG, Causa en Común–, sólo en el 2020 se contabilizan 672 masacres, como parte de los 5 mil 380 actos catalogados como “violencia extrema” y “atrocidades”.
3.- Y se llama ingobernabilidad –pura y dura–, cuando cada 24 horas son privadas de la vida 11 mujeres, en una incontenible ola de feminicidios.
4.- Y ratifica la penosa ingobernabilidad que se vive en nuestro país, que el ex embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, haya revelado que hasta el 40% del territorio nacional está en manos del crimen organizado y el narcotráfico.
5.- Peor aún, asistimos al extremo de la ingobernabilidad cuando las bandas criminales son responsables de asesinar a poco más de cien políticos vinculados al proceso electoral del pasado 6 de junio, de los cuales más de 60 eran candidatos a distinto puestos de elección popular.
6.- Y es de pena ajena que la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, exija al gobierno de López que indague y castigue a los responsables de la violencia política que vive México.
7.- Pero además, resulta la confesión oficial de la ingobernabilidad cuando el presidente mexicano felicita a las bandas criminales porque “se portaron muy bien” en esa misma elección.
8.- Y resulta escandalosa la ingobernabilidad cuando regiones completas del país están en manos de las mafias de la violencia y el crimen, cuyos capos impusieron gobernadores, alcaldes o diputados en los estados de Baja California, Baja california Sur, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Colima, Michoacán, Guerrero, Zacatecas y en algunos municipios y alcaldías del Estado de México y de CDMX.
9.- Y es “entregar la plaza” a los poderes fácticos criminales, cuando el presidente mexicano ordena liberar al jefe del Cártel de Sinaloa, Ovidio Guzmán, por supuesto temor a una nueva masacre.
10.- Y claudica del jefe del Estado y del gobierno, López Obrador, cuando monta un espectáculo mediático en el que –a los ojos del mundo–, saluda a la madre del mayor criminal, “El Chapo” Guzmán; saludo que sella la “paz-narca”.
En efecto, la ingobernabilidad en la gestión de López ha matado a cientos de miles de ciudadanos; ingobernabilidad que en una verdadera democracia ya habría provocado la caída del gobierno.
Al tiempo.