(W) Ecos Sindicales: Razonamiento Matemático
(Primera parte)
“Igual que los individuos, los países pueden ignorar, negar o minimizar el problema en un momento inicial, hasta que tiene lugar algún suceso externo que pone fin a la fase de negación” – Jared Diamon en “Crisis: cómo reaccionan los países en los momentos decisivos” – Ed. Debate 2020.
Inicio esta participación con la mencionada reflexión, ya que, indudablemente se relaciona totalmente con el tema que hoy pongo en la mesa de discusión: la construcción de ciudadanía. Para esto dividiré esta primer parte en dos reflexiones que deseo pongan en contexto la imperativa necesidad de impulsar mecanismos efectivos que conduzcan a un ejercicio continuo de construcción de ciudadanía.
Hace algunas semanas mi amigo Alejandro Gálvez publicó en su columna “Letras minadas” del diario La Jornada, una serie de reflexiones sobre la apatía ciudadana y su resultado final: la impunidad. Un texto que saca a flote la friccionada relación entre el Estado, descrito como el conjunto de todas y cada una de las instituciones, de los tres poderes y los tres niveles de gobierno, que tienen la encomienda de velar, cuidar, garantizar y trabajar por los intereses de la población en general; y la sociedad, reconocida como el conjunto de personas que asumen una responsabilidad, acompañada de derechos, y que además los identifica algún objetivo común.
Precisamente en este punto es donde surge la primer reflexión del tema en cuestión: ¿cómo es que se ha ido fragmentando la relación entre el Estado y la sociedad?
Considero que en primer lugar es preciso reconocer que las relaciones entre estos dos entes se da, indefectiblemente, en un espacio territorialmente común, por lo que podemos afirmar que, hablando de construcción de ciudadanía, los conceptos ciudad y ciudadanía están articulados y hoy por hoy se encuentran en un proceso de resignificación dadas las circunstancias que desde hace ya un cuarto de siglo se han dado y que marcan transformaciones en la vida pública y en la relación espacio-sociedad-instituciones.
Lo anterior, nos brinda la oportunidad de repensar la ciudad desde la perspectiva de la ciudadanía y desde lo público urbano, tomando en consideración factores como: el marco legal, la política pública y todas aquellas interacciones que influyen en el desarrollo de un territorio común.
Por tanto, es imprescindible el reflexionar sobre el concepto de ciudad, como un espacio de construcción de ciudadanía, desde las ópticas social y urbana, así como entender el espacio público como el territorio de construcción social, como lugar de sociabilidad y, por qué no decirlo, de conflicto, donde existen distintas expresiones sobre ciudadanía, desigualdad y otros tantos temas de interés público.
En segundo lugar es preciso acotar que una construcción es un proceso que se desarrolla en el tiempo, es decir, es un constructo diacrónico, por tanto, no es algo que surja espontáneamente o que se obtenga inmediatamente. Es así que no se debe caer en la tentación de pensar que construcciones, como la de ciudadanía, son proyectos unipersonales, ya que, es claro que se vinculan con lo social, con aquello que tiene y contiene aspiraciones y fundamentaciones colectivas.
Es en este aspecto que resulta positivo describir el ideal que moviliza la construcción de ciudadanía, un proceso que se ha desenvuelto a lo largo de la historia y que representa un desafío permanente para las instituciones y la sociedad. Paradójicamente a ambos entes les interesa pero se ha desgastado el vínculo intrínseco que conecta este objetivo común.
Por tanto, la relación estado-sociedad se ha desgastado, desde una perspectiva muy personal, por que no se han repensado los mecanismos para propiciar que la discursiva, retórica principalmente, conecte con la realidad social, propicie la apropiación colectiva y se movilice hacia la acción. Escuchamos y algunas ocasiones vemos, discursos vacíos, sin sentido, llenos de ideas fantasiosas, lejanos a un análisis situación-acción-resultado, es decir, mucho soliloquio pero poco coloquio.
La construcción de ciudadanía emerge, primariamente, desde la realidad liberal y del cómo deben articularse los individuos entre sí, la ciudadanía es una construcción social y viceversa, no nos engañemos, la construcción de ciudadanía no va a ser posible uno por por uno, deben participar simultáneamente gobierno y sociedad, instituciones y organizaciones, el desafío es permanente, pero comencemos con trazar la construcción de los nuevos vínculos, el tejido acorde a la realidad del siglo XXI; la apatía no es, ¡ni pensarlo!, el camino para consolidar el nuevo tipo de relaciones que requiere el binomio gobierno-sociedad. Deconstruir para construir. Nos saludamos en la próxima.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.