Ráfagas: Denuncian corrupción en Tribunal de Arbitraje Laboral
La Tercer Columna
(Cuarta parte)
En esta ocasión, y dado que ya hemos abordado algunas cuantas aristas del gran reto de construir ciudadanía, la reflexión versa sobre, lo que Avishai Margelit ha descrito como una “sociedad decente”; y es en este sentido donde es importante acotar en el concepto total de su propuesta. No es que las sociedades sean indecentes desde una óptica moralina, si no bajo la premisa que se pueden reconocer, bajo el argumento de Margelit, dos tipos de sociedades: la sociedad civilizada y la sociedad decente.
Una sociedad civilizada, nos acota el autor, es aquella “cuyos miembros no se humillan unos a otros” y por otra parte, una sociedad decente es aquella “cuyas instituciones no humillan a las personas”; entonces ¿se podría ser una sociedad civilizada pero no decente o viceversa? La respuesta es si, ya que, ambos conceptos no son mutuamente incluyentes, es decir, los marcos normativos, desde una perspectiva institucional, podrían contravenir la idea de una sociedad decente; un ejemplo claro lo tenemos en el uso excesivo de la fuerza, como por ejemplo en el caso de Rodney King en Los Ángeles, Estados Unidos de Norteamérica. Por otro lado podemos tener un diseño institucional de primer nivel, donde dichas instituciones vigilan y promueven efectivamente el respeto irrestricto a los derechos humanos, pero resulta que las personas, en su entorno social más cercano, no tienen el más mínimo respeto por lo que socialmente posibilita una relación armónica y cordial, por tanto, aunque existan procedimientos, marcos normativos y autoridades, las personas no respetan nada de lo anterior y por tanto, deben ser sancionados, dando como resultado un sentimiento de humillación de las instituciones hacia las personas.
La apuesta sería poder contrastar, sin polarizaciones, las áreas de oportunidad que como sociedad tenemos; de repente nos damos cuenta que algunas personas se siente humilladas con la simple existencia de las instituciones, como si de un sistema totalmente anárquico se tratara; y por otra parte, desafortunadamente, algunas instituciones creen que han sido creadas para ejercer un control total sobre las personas, creando así un sentimiento de humillación percibida por la sociedad.
En este gran desafío de la creación de ciudadana es preciso que el trinomio conceptual – sociedad civilizada – sociedad decente – instituciones – cada componente sea reconocido adecuadamente. Por una parte requerimos que la sociedad no humille a la sociedad misma y sus componentes y, por otra parte, es preciso realizar los diseños institucionales suficientes, de gran calado, que permitan redimensionar el papel de las instituciones en la vida diaria de la sociedad, indiscutiblemente, una institución que reconoce que está por y para servir a una sociedad civilizada no tendrá necesidad de imponer, con excesiva fuerza sus marcos normativos; y una sociedad civilizada con instituciones bien diseñadas, no tendrá porqué sentirse humillada. Nos saludamos en la próxima.