(W) Ecos Sindicales: Operación Panal
CIUDAD DE MÉXICO, 15 de febrero de 2018.- La supuesta ocurrencia del dirigente nacional del PRI, Enrique Reza Ochoa de llamar “pri-etos” a quienes han desertado afiliándose al partido Morena, que postula “al ya saben ustedes quien”, da pábulo para remontarnos a los 300 años de la dominación española que produjo las castas, antes y actualmente discriminatorias.
Los españoles que llegaron a la Nueva España sin españolas para hacerlas parir tenían derecho a poseer diez o veinte mujeres indígenas, y con la importación de esclavos, a otras tantas negras o mujeres de otros matices.
De ese cruzamiento de españoles con nativas, y de españolas con nativos de distintas etnias, surgieron decenas de combinaciones:
De español con indígena: mestizo; de mestizo con española: castizo; de castizo con española: criollo; de español con negra: mulato; de mulato con española: morisco; de morisco con española: chino.
De chino con india: salta atrás; de salta atrás con mulata: lobo; de lobo con china: jíbaro; de jíbaro con mulata: albarazado; de albarazado con negra: cambujo; de cambujo con india: zambaigo; de zambaigo con loba: calpamulato; de calpamulato con cambuja: tente en el aire; de tente en el aire con mulata: no te entiendo; de no te entiendo con india: torna atrás. De indio con negro: zambo.
Adicionalmente, se denominaba “cuarterones” o “quinterones” a aquellas personas que tenían un antepasado indígena o africano de cuatro o cinco generaciones mezclándose con blancos, teniendo un aspecto peculiar, parecido a un europeo.
CRUZAMIENTO DE PARTIDOS Y COLORES
Cumplidos 200 años de la emancipación mexicana sigue el cruzamiento étnico que en mucho o poco han mejorado a nuestra raza. Mujeres bonitas, hombres atractivos.
Empero, si bien no tenemos castas, hemos visto y tolerado las mezcolanzas de políticos y partidos con singulares partos: dinosaurios tricolores y camaleones rojos, amarillos, negros y azules; niños verdes; chapulines, saltamontes, grillos y langostas multicolores.
Con la emancipación de México, a partir de 1821, los políticos vividores han prohijado tribus salta pa’tras; grupos cambujos, corporaciones “tente en el aire” y clanes “no te entiendo”, sostenidos con las regalías pecuniarias que reparte generosamente el gobierno.
Será fácil identificar a las asociaciones políticas si repasamos nombres y colores de los partidos: PRI: verde, blanco y rojo; PRD, amarillo y negro; PAN, azul y blanco; PT, rojo; PANAL, turquesa; MORENA, magenta; MC, naranja, y PES, entre morado y azul.
CHAPULINES, CAMALEONES; DINOSAURIOS, GRILLOS
Hemos tenido presidentes de la república tricolores y azules; gobernadores amarillos, azules, rojos y naranjas.
Senadores y diputados camaleones: del PRI tricolor, al negro con amarillo; del rojo y blanco, al azul, al turquesa y al naranja.
Los dinosaurios del Partido Revolucionario Institucional ha parido insólitamente fenómenos como el Partido de la Revolución Democrática, teñido de amarillo con negro. El producto de esa cruza son los chuchos, los bejaranos, los amalios y los rancios pepinos.
Del PRI germinaron las raleas del tucán con el niño verde caciquil. El Panal, de la reina magisterial mangoneadora de los zánganos turquesa. El benjamín PES, amamantado con billetes morados desde el Palacio de Cobián.
Ya no hay abolengos ni prosapias, sólo herencias prosaicas.
¿Hizo bien el líder del PRI, el “quinterón” Enrique Reza Ochoa (en los apellidos lleva la penitencia) en llamar “pri -etos” a desertores correligionarios por unirse a los morenos de Morena?
Enrique Reza y los priistas de prosapia son semejantes a los “quinterones” de las castas coloniales, representados hoy por él y ellos y, sin ánimo de menospreciar, por ellas, las grillas, chapulinas, camaleonas y una que otra dinosauria.