(W) Ecos Sindicales: Operación Panal
PACHUCA Hgo., 8 de marzo de 2017.- Cabecillas, caciques, líderes o guías morales son algunas de las denominaciones de dirigentes de organizaciones de todo tipo que, en lo general sólo tienen un propósito: hacerse ricos a la vista de todo el mundo sin que haya autoridades que frenen sus actividades ilegales.
Esos seudodirigentes han crecido y formado pandillas al servicio de algunos gobiernos, que solapan descaradamente actos vandálicos perjudiciales para comerciantes, industriales y para el pueblo.
EL REY LOPITOS
En la década de 1950 surgió en Acapulco, Guerrero, un líder de colonos por quienes invadió terrenos para construir casas. Alfredo López Cisneros, apodado “Rey Lopitos”, logró consolidarse entre las clases populares de Acapulco y se constituyó en intocable incluso para el propio gobernador de ese estado, Raymundo Abarca Alarcón.
Después de varios años de señorear las colonias pobres de Acapulco, la soberbia del Rey Lopitos rozó la figura presidencial de Adolfo López Mateos y hasta la de Gustavo Díaz Ordaz, a quienes trataba de tú a tú sin miramientos.
Empero, sucedió lo inevitable en una época en que no se permitía que alguien ninguneara a un presidente de la República: el Rey Lopitos, derrochador y parrandero fue cazado por agentes policiacos y ametrallado a bordo de una camioneta él mismo conducía. Eso ocurrió en 1966.
Sin embargo, la figura del difunto Rey Lopitos fue imitada en otros sectores del país y los líderes o cabecillas de grupos invasores de tierras se multiplicaron. Posteriormente nacieron los dirigentes de comerciantes ambulantes en la ciudad de México primero y se extendieron en poco tiempo a lo largo del país.
Con la venta permitida de la fayuca germinó el comercio ambulante que se propagó sin control, aduciendo la falta de fuentes de trabajo y la declinante economía mexicana.
Los líderes “charros” en los sindicatos; los dirigentes amafiados en muchas actividades lucrativas; las brigadas de choque amparadas por el gobierno federal y los gobiernos locales han crecido como hongos en el campo de la corrupción tolerada, permitida y profesada por gobernadores y diputados; senadores y alcaldes; policías y jueces, y una larga cadena de hombres y mujeres deshonestos de todas las posiciones sociales.
EL PERRO, EL PERCY Y ETCÉTERAS
En la fauna de líderes hampones, el perro apodado Oscar Pelcastre mantiene secuestrada a la ciudad; amenaza con invadir las plazas públicas si la autoridad municipal no cumple sus peticiones, al igual que el dirigente del sindicato de trabajadores municipales de Pachuca, intitulado el Percy.
Los habitantes de la ciudad de Pachuca han visto cómo las actuales autoridades municipales actuales sobrellevan una situación similar a la que se vivió en el año 2000 cuando el alcalde José Antonio Tellería enfrentó bloqueos y obstrucciones para el desempeño de su administración.
Desde el mes de septiembre, la hermana de aquél alcalde, la panista Yolanda Tellería, resiste el embate de los embozados de la oposición política priista. Menudean los actos del llamado perro Pelcastre; los ejidatarios del Huixmí cerraron el tiradero de basura, pero accedieron a la apertura por el millón de pesos periódicos que desembolsan los contribuyentes pachuqueños.
El sindicato de trabajadores municipales con el liderzuelo Percy, émulo del ex dictador aldeano Gabriel Bracho amenaza con huelga si no satisfacen sus caprichos de alza salarial que sobrepasa el promedio nacional, no mayor al porcentaje de la inflación. El Percy aspira comprar a la prensa con propinas de 3 mil pesos, con dinero que no es suyo sino de los trabajadores al servicio del ayuntamiento.
De qué sirven la procuraduría de justicia y los diputados locales “representante de la sociedad”; los senadores y diputados federales que detentan la comisión de velar por los intereses del pueblo hidalguense si no investigan la conducta delictiva de los llamados dirigentes sociales. ¿Cuándo actuarán? ¿Cuándo tendrán conciencia del papel que la sociedad espera de esos servidores públicos?