Laboratorio Público/ 100 días
PACHUCA, Hgo., 17 de mayo de 2018.- Además del incendio de la mina El Bordo, en 1920, que causó la muerte de al menos 87 mineros, otra de las tragedias mineras ocurridas en la segunda mitad del siglo 20 se suscitó en el tiro general de la mina Purísima Concepción, en Real del Monte, el 8 de mayo de 1965, hace ya 53 años, desastre que enlutó 27 hogares mineros.
La siguiente reseña fue publicada por el autor en el diario El Sol de Hidalgo, de Pachuca.
Real del Monte. Sábado 8 de mayo de 1965. Siendo las l4 horas con 10 minutos, una jaula con 30 hombres a bordo se “chorreó” del nivel 400 al nivel 550 de la mina Purísima; la calesa detuvo su trágica caída en una caja de agua en el fondo del tiro: 27 mineros murieron ahogados, tres sobrevivieron.
Constantino Trejo, J. Concepción Pérez Briseño y Silvino Rodríguez Murguía, sufrieron fracturas en las piernas. Lograron asirse a un travesaño de la calesa y, sostenidos por el agua que la inundaba, pudieron aferrarse a unas viguetas de acero, de donde los rescataron.
La causa del desastroso acontecimiento fue porque el motor del malacate (tambor que enrolla el cable que sostiene la jaula) no funcionó y eso produjo el deslizamiento de la calesa con los 30 mineros.
Asimismo, tampoco se accionaron los “perros”, especie de ganchos incrustados en los costados de la jaula que en momentos de emergencia se abren y aprisionan las guías de madera por donde se desliza el aparato.
Todo comenzó en el nivel 400 cuando, pasadas las 2 de la tarde, los trabajadores que habían terminado labores del primer turno abordaron la jaula que habría de subirlos a la superficie para alistarse y recibir la “raya” semanal.
Los 30 hombres se acomodaron en los dos pisos del aparato y fueron izados, pero de repente comenzaron a bajar en vez de subir. La calesa descendía a mucha velocidad y tras resbalar 150 metros se estrelló contra el espejo de agua del fondo del tiro, lo cual produjo- según dijeron los sobrevivientes- una intensa luz azulosa.
Tan pronto como los trabajadores de otros niveles se percataron del accidente, los caleseros dieron el toque de emergencia, y las “chicharras” emitieron el funesto “cinco- cinco”.
El rescate
Inmediatamente se iniciaron las labores de rescate. Los capitanes de la mina dieron parte a las autoridades de Real del Monte. El juez conciliador, Ramón Vergara y su secretario, Isaías Arista, entraron a Purísima por el tiro de emergencia denominado Lo de Vargas, y apostados en el nivel 550 dieron fe sobre las maniobras de cómo fueron sacados los cadáveres de 26 mineros. Excepto, los sobrevivientes, que habían sido conducidos al hospital de la Compañía Real del Monte y Pachuca. Solamente faltaba el ademador Hilario Cabrera Pérez, el cual fue localizado 36 horas después.
El penoso traslado
Una vez que las cuadrillas de mineros rescataron los cuerpos de la “caja” de agua donde se hundió la jaula, los trasladaron por diversos niveles hasta uno de los despachos de la mina San José La Rica. En el patio, cerca del brocal del tiro, decenas de mineros esperaban con angustia la aparición de los grupos de salvamento. Fuera de la mina, cientos de personas aguardaban noticias apostadas en las puertas.
Poco antes de las siete de la noche, se escuchó el chirriar de las guías por donde subía una calesa. Se detuvo al nivel del piso, apareciendo dos mineros sosteniendo una camilla con un cuerpo, de pie, envuelto en una cobija. Era el primero de los 27 cadáveres que tendrían que ser elevados, uno por uno, para luego conducirlos en ambulancias a un salón de la presidencia municipal, donde se produciría la dolorosa diligencia de identificación.
La lista de muertos fue proporcionada cerca de las 10 de la noche. Antes se produjeron incidentes entre la población y la policía. Decenas de personas se agolparon frente a la presidencia municipal, pues muchas pretendían entrar al recinto para ver si entre los muertos había alguno de sus parientes. Hubo necesidad de establecer un cordón de seguridad con elementos del 23 Batallón de Infantería y de la policía estatal.
Nombres y categorías
El juez conciliador de Real del Monte entregó la lista de nombres de los difuntos, con número de ficha y tarjeta y la categoría de cada uno:
104 Facundo Castillo Sosa cochero
252 Remigio Salinas García ayudante de tubero
555 Jesús Hernández Gutiérrez ayudante de motorista
646 Martín Calderón Gutiérrez cochero
511 Pedro Luna Ortega cochero
652 J. Soledad Rosales Herrera cochero
577 Juventino González Martínez coleador
277 Saturnino Rodríguez Munguía ayudante de ademador
322 Fausto Cortés Hernández ayudante de ademador
523 Ramón Pérez Espinosa motorista
520 Jesús Montalvo Castillo cochero
518 Alberto Carpio Fragoso ayudante ademador
591 Raymundo Rendón Armenta ayudante rielero
524 Pedro Olvera Samperio cochero
112 Luis Rendón Aguilar ayudante rielero
118 Melquiades Trejo Ordóñez cochero
421 Rubén Mata Gómez cochero
184 Delfino Ortiz Paredes cochero
672 Alberto Hernández Martínez ayudante bombero
304 Samuel Calderón Vargas ayudante ademador
141 Ramón Hernández Baca bombero
637 Cristóbal Guzmán Molano calesero
232 J. Guadalupe Ramírez Vera ayudante ademador
652 Julián Tello Pérez ayudante rielero
468 Ricardo López Pérez ayudante tubero
221 Juan Ríos Vargas guarda explosivos
529 Hilario Cabrera Pérez ademador.
Pueblo minero en duelo
Antes que las autoridades entregaran los cuerpos a las familias, los médicos legistas de la Procuraduría de Justicia, Ricardo Ibarra, Julio Ortega y Vidal Arreola, realizaron el reconocimiento de los cadáveres, dado que la autopsia fue dispensada por órdenes del gobernador del estado, Carlos Ramírez Guerrero.
Catorce cuerpos fueron velados en la cancha del Centro Social Deportivo de Real del Monte. El resto en sus domicilios ubicados en distintas comunidades de la región.
VÍSPERAS DEL DÍA DE LA MADRE
El presidente municipal, Abundio Rodríguez Reséndiz, decretó una semana de duelo. Quedó prohibido terminantemente abrir cantinas, así como tocar sinfonolas y equipos de sonido. También fue suspendida la ceremonia que con motivo del Día de las Madres se había preparado.
El domingo 9 se inició la inhumación de las víctimas. Los cortejos desfilaron por la calle principal conduciendo los féretros a la nave de la parroquia de la Asunción, donde el padre Ramón Jiménez impartió la bendición. Posteriormente, sepultados en los panteones de Santa María, San Felipe y San Agustín, de Real del Monte. Otros sepelios se realizaron en Omitlán y Atotonilco el Grande.
Esta historia no ha terminado: falta lo narrado por los sobrevivientes, uno de ellos incapacitado más de un año, a quien la Compañía Real del Monte y Pachuca suspendió el pago de sus salarios. La raquítica indemnización a las familias y los dictámenes de peritos sobre las posibles causas de las fallas en el malacate.