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Libros de ayer y hoy
PACHUCA, Hgo., 25 de agosto de 2016.- El zopilote, ave de rapiña en extinción en muchas partes del mundo, incluido nuestro país, devora todo, hasta basura, como el buitre común. Es un deshuesador, un despojador, ladrón voraz.
Sin embargo, por obra de magia, el zopilote reencarna cíclicamente en México cada seis años, cada tres años, según el calendario político: traga y se harta de todo lo nuevo y levanta vuelo con todo lo que puede, sin dejar rastros, para perderse en el infinito del imaginario olvido con el amparo del tradicional “caballazo”* institucional.
El zopilote es una figura alegórica del desacreditado e impune “año de Hidalgo”, sinónimo de la corrupción que ha señoreado en México durante decenas de años, desde que la Revolución incubó gobiernos enquistados en un sólo partido dictatorial, octogenariamente dominador.
EL CABALLAZO
El “año de Hidalgo” pervive aparejado con el caballazo institucional, que admite las cuentas turbias de las administraciones salientes, aceptadas como honestas y transparentes.
El caballazo es prácticamente un borrón y cuenta nueva.
(En 1975, el gobernador Manuel Sánchez Vite se refirió a que entre gobiernos priistas no se vale el caballazo, una forma de pasar por alto conductas incorrectas de los antecesores de presidentes de la república, gobernadores, presidentes municipales).
Los vuelos del zopilote, sexenal, cuatrienal o trienal forman parte de la impunidad en el saqueo realizado por toda clase de funcionarios, hasta fotógrafos, de gobiernos salientes. No hay quien impida que los muebles y diversos equipos nuevos adquiridos por la administración que se aleja, sean sustituidos por los muebles y equipos viejos que recibió, dado que en los inventarios “todo está en orden”. Se llevan lo nuevo y reintegran lo viejo.
Cada vez que concluye una administración desaparecen, además, archivos de toda índole e incluso colecciones de fotografías.
“El año de Hidalgo con su ta- ta – ta- ta- ta, el que deje algo”, es descaradamente igual al año del zopilote, de la rapiña, del despojo. Nunca se extinguirá. Hemos visto cómo resucita periódicamente, y seguramente lo veremos en estos días.
Funcionarios nuevos lo buscan. Útil para la rapacería. No deja huellas de sus despojos.
*El caballazo: simboliza el enfrenamiento de dos individuos, cargando cada uno a otro, figura y frase en desuso en el lenguaje popular, pero aún forma parte del habla coloquial de los políticos de viejo cuño y transmitido con otros términos cifrados a las nuevas generaciones.
¿Y LOS CONVENIOS LEONINOS , DON ELEAZAR?
Durante las últimas semanas el alcalde saliente Eleazar y la futura presidenta municipal, Yolanda Tellería, se han reunido, pero no han difundido públicamente el contenido de los leoninos convenios firmados por la agonizante administración con las empresas Cambio Verde, las operadoras del radar y de los parquímetros.
Los habitantes de Pachuca debemos enterarnos cuáles son las condiciones en que fueron pactados, a cuántos años, que fueron aprobados a modo por una sumisa asamblea municipal mangoneada por el que se dijo alcalde alquilado.
Lo que es parejo no es chipotudo.