Ráfagas: ¿Malos manejos en la Comisión de Búsqueda de Personas?
Twitter: @OswaldoRamirezG
Recientemente se ha alertado sobre el posible inicio de una tercera guerra mundial. La detonación de tal conflicto tiene por origen las querellas entre La Federación Rusa y Ucrania. El primero, un país que en los últimos años se ha desmarcado de las iniciativas de la agenda global, es decir en contra de los designios del Banco Mundial y los Estados Unidos, además de ser el principal abastecedor de gas en Europa. El segundo una nación emergida de la desarticulación de la Unión Soviética y que en sus pocos más de veinte años de país independiente ha tenido vaivenes que le han impedido su desarrollo pleno que a su vez, se debate entre la entrada formal a la OTAN.
En función a lo anterior ¿Qué pinta tiene Estados Unidos en todo esto? ¿Realmente estamos ante un posible conflicto de escala mundial? A continuación una génesis general al respecto.
Hablar de la historia de nuestro vecino del norte es irremediablemente hablar de su nexo elemental con la migración. Gran parte de sus ciudades han sido forjadas gracias a ello. Pensemos en Nueva York y la importancia de migrantes irlandeses en su fundación o Miami y la dinámica de su economía gracias a la comunidad latina actualmente, por solo mencionar dos ejemplos.
Por esta misma lógica la migración es pieza crucial en su discurso político para bien o para mal, dependiendo el momento de su historia. Desde su origen, Los Estados Unidos han tenido en su consciencia histórica el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe. En función a estos dogmas, todo aquello o mejor dicho aquel que se oponga a tales fundamentos es considerado “enemigo”, “terrorista” “un peligro para la libertad”.
Bajo estas premisas grupos indígenas fueron exterminados y mexicanos fueron saqueados y vituperados en la frontera norte. Lo mismo ha pasado con chinos, japoneses, musulmanes, afrodescendientes y soviéticos (rusos) en otras etapas de su historia. Para EE.UU., el opuesto a su origen étnico y sus ideales sociopolíticos representa un peligro para su nación y por lo tanto, un peligro para la libertad del mundo, que en realidad es la libertad de coacción de sus intereses particulares. Hoy apoyan el golpismo de un país y tiempo después, cuando este se revela en contra de su agenda es desmantelado; Afganistán, Libia e Irak son algunos ejemplos recientes a este respecto.
Con el tiempo el surgimiento de diversos organismos internacionales ha sido un apoyo crucial en el apoyo y control de los intereses estadounidenses en diferentes aspectos. La ONU, UNISEF, OEA, OMS y el Banco Mundial, ya sea de manera directo o por medio de estas instancias el país de las libertades ha intentado y en muchas ocasiones con éxito, el control de diversos países y corporaciones.
En este orden de ideas, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), conocida también como Alianza Atlántica es una lianza militar entre Estados Unidos y los países de Europa Occidental, firmado en abril de 1949. Su principal objetivo era hacer frente a posibles agresiones por parte del bloque socialista liderado entonces por la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), que desde 1991 se desintegró para conformarse en la Federación Rusa y otros países independientes.
Como respuesta a la OTAN la URSS firmó el Pacto de Varsovia en mayo de 1955. Al igual que la Alianza Atlántica, este pacto tenía como finalidad hacer un muro de contención en pro de los intereses de los entonces gobiernos socialistas. Ambos tratados se dieron en el marco de lo que se conoce como Guerra Fría.
En el continente americano además del conflicto de Cuba (1962), la Guerra Fría estuvo marcada por la persecución de grupos guerrilleros y el establecimiento de gobiernos militares dictatoriales que pese a que violaron los derechos de sus pueblos fueron apoyados de facto por Estados Unidos, como una manera de mantener distancia con la ideología socialista; Haití, Panamá, República Dominicana, Chile y Argentina, fueron solo algunos de estos casos.
La desintegración de la URSS (1991) y la unificación de Alemania (1989) dieron paso a una nueva reconfiguración sociopolítica y territorial de Europa, con ello gran parte de los países socialistas reviraron en sistemas democráticos y el Pacto de Varsovia fue disuelto. Sin embargo para Estados Unidos y la OTAN su intranquilidad de consciencia les hizo mantener dicha alianza ahora bajo otras justificaciones, “alianza para la paz”. No solo eso sino que desde entonces el mejor negocio de Estados Unidos es la industria armamentista, medio por el cual a costa del dolor y destrucción de países ajenos han reactivado su economía.
La crisis mundial actual y las querellas entre Ucrania y Rusia desde agudizadas desde el Conflicto de Crimea de 2014, han dado a Estados Unidos por medio de la OTAN el pretexto perfecto para la intervención y expansión militar hasta las fronteras próximas a territorio ruso. Si bien el gobierno ruso justificó sus acciones militares en Crimea (región territorial de Ucrania) como un acto de cooperación y protección hacia sus compatriotas que habitan en tal región, este acto no deja de ser proto expansionista, al igual que los que en su momento hicieron Francia, Reino Unido y que hoy cínicamente replica Estados Unidos.
Desde luego que en las actuales condiciones, ningún país que tenga dos dedos de frente querrá iniciar acciones bélicas a gran escala, mucho menos el líder ruso Vladimir Ruso, que pese a las fricciones con los ucranianos apela a que se respeten los tratados no hostiles que la OTAN irremediablemente ha roto una y otra vez. En este orden, Alemania y Francia toman con cautela la situación pues si bien prevén que Estados Unidos responda con sanciones económicas para la Federación Rusa, poco les convendría a estos secundar el conflicto puesto que ello implicaría cerrar la llave al abastecimiento de gas ruso y dar paso al comercio de empresas estadounidenses las cuales tendrían mayores costos de este insumo a sus economías.
En todo caso, quizás el conflicto se remediaría si todas las partes respetaran los acuerdos; en primer lugar Ucrania convocando elecciones trasparentes y dejándose de simulaciones fascista y enfrentamientos con su homólogo ruso. En segundo, que Rusia se mantenga al margen de las problemáticas al interior de las regiones de Ucrania, y tercero que Estados Unidos se deje de simulaciones cínicas intentando por enésima vez llevar a puertas ajenas un conflicto solo con la finalidad de sanear su economía.
Ya sea dentro, fuera o al otro lado del mundo, con una guerra mundial perdemos todo y lejos de incentivar la fe en nuevos horizontes para esta humanidad tan lastimada, ponemos en entredicho la razón. Estados Unidos piensa que generando esta discordia sus ganancias serán mayúsculas, pero se equivoca pues de manera inconsciente le prepara la alfombra a la República Popular China, ese panda de oriente que desde hace unos años se enfila económica, militar y tecnológicamente como el sustituto del Tío Sam en el expansionismo mundial.
Mientras tanto ¿Cuál suponemos será la postura del gobierno mexicano respecto a este conflicto? Es simple, si fuera un sexenio prianista secundaría a nuestro vecino yanqui. No obstante, en tiempos de nuestro Huey Tlatoani Andrés Manuel López Obrador el pragmatismo estará a favor de la Doctrina Estrada, y al discurso florido muy al estilo del juarismo-kantiano.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.