
Ráfagas: Tulancingo, otro escándalo
MÉRIDA, Yuc., 21 de agosto de 2025.-La elección presidencial de 2030 será el punto de quiebre del régimen morenista; probablemente una reedición de la contienda de 1988 en el sentido del desencuentro entre legalidad y legitimidad por el resultado de la elección. Sinuoso tránsito para el régimen por las dificultades financieras para mantener la estructura electoral a partir del gasto social; el desprestigio del grupo gobernante por la riqueza mal habida y las presiones de Trump. Todo apunta a la incertidumbre y adversidad. Comparar el primer año del gobierno de López Obrador y el de Claudia Sheinbaum da idea de qué viene. El régimen carece de contención institucional por la destrucción del Poder Judicial, el sometimiento total del Congreso, la connivencia de las élites y la ausencia de escrutinio social ante la débil libertad de expresión. Aunque en ese sentido las cosas ahora más simples, en lo fundamental son inexorablemente más complicadas.
López Obrador hará todo para imponer a su hijo en la candidatura presidencial; difícil que se conforme con la candidatura de la Ciudad de México, en la que seguramente habrá una elección muy disputada; allí se pretenderá enviar a García Harfuch a manera de eliminarlo de la contienda fundamental. La decisión va a dividir a Morena, pero no a fracturar. El problema será de legitimidad, no porque sea imposición del expresidente, que sería la fortaleza del ungido, sino porque es evidente desde ahora que López Beltrán poco tiene que ver con el promovente, y su inclinación por los negocios y el tráfico de influencia le asemejan justo a lo que se rechaza. Paradojas de la vida.
López Beltrán es un pésimo candidato; además, reproduce defectos del padre, no sus virtudes. Su cinismo es proverbial, pero no su disciplina para el trabajo y la tenacidad para hacer creíble la impostura de honestidad. La presidenta Sheinbaum no será obstáculo, al contrario; no tendrá candidato o candidata y estará, como hasta hoy, a la espera de la señal de quien es referente de poder, influencia y unidad del proyecto.
Dos son los planos de mayor incertidumbre que podrían alterar el sentido de las cosas que favorecen a López Beltrán y su eventual triunfo en la elección. El intervencionismo de EU que podría enfocar sus baterías al grupo gobernante. No ha sido el caso, pero no se puede excluir. Bastaría con que el Departamento de Estado retirara la visa al expresidente y a sus hijos para modificar el cuadro, sin que necesariamente implique el colapso de la candidatura de Andrés López Beltrán.
El otro aspecto incierto es la salud del expresidente. Nada hay que indique deterioro de su salud, pero hay antecedentes de padecimientos cardiacos y la edad es insoslayable. El deceso de López Obrador no necesariamente favorecería a la presidenta; puede ser el inicio de una feroz disputa por la candidatura que podría obligar a una opción diferente. Por lo pronto existe el precedente de que quien compite por la grande no pierde, justo lo contrario, es parte del futuro pastel y esto invita a la competencia.
La oposición tiene espacio en la contienda. Luis Donaldo Colosio Riojas se muestra, por ahora, como la opción más competitiva. Debe salvar la trampa o la tentación de contender por la gubernatura de Nuevo León y preservar la magia que acompaña a su nombre. Es convincente y considerablemente más talentoso que López Beltrán, prácticamente de la misma generación. Si MC se une con el PAN, obligaría al régimen a cargar los dados y con ello ganar a costa de la legitimidad, como sucedió en 1988. Por cierto, monumental la diferencia entre López Beltrán y Salinas de Gortari en cuanto a inteligencia, preparación y disciplina, no tanto en su idea del gobierno y los negocios. Por su parte, Colosio sería el Cuauhtémoc Cárdenas de esta generación.
Además de García Harfuch existen otras opciones en Morena. La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, no pasó la prueba y no concitaría unidad ni es competitiva; mejor Luisa María Alcalde o Zoé Robledo si tuvieran el favor del líder moral. Claudia Sheinbaum, hasta ahora no ha formado cuadros o promovido gente afín como Alfonso Ramírez Cuéllar o Luz Elena González Escobar para perfilarlos en la competencia por la candidatura. Ebrard será factor, pero no actor. El PVEM y PT tendrán un peso mayor en la decisión para el reparto a nivel local y legislativo, no para la candidatura presidencial.