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En México el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) mide la pobreza y evalúa los resultados de los programas sociales enfocados a mitigarla.
Tradicionalmente mediamos la pobreza a través del índice de marginación, este indicador contempla las formas de exclusión agrupadas en educacion, vivienda, distribución de la población e ingresos monetarios, siendo un indicador multidimensional que nos permitía conocer la situación de una comunidad.
Posteriormente se construyó el índice de rezago social, un indicador que incorporó indicadores de educación, de acceso a servicios de salud, de servicios básicos y de calidad y espacios en la vivienda y activos en el hogar.
Si bien ambos indicadores nos permiten conocer el estatus de una comunidad, el de rezago social nos permite enfocar los programas de desarrollo en aquellas familias que requieren ser beneficiarias de los mismos para reducir sus brechas sociales.
Una brecha social muestra diferencias existentes en una sociedad o comunidad, el grupo o familia que atraviesa por una brecha no es homogéneo, sino que en sus integrantes existe una determinada distancia del resto de la sociedad en ciertos aspectos.
El índice de rezago social nos permite reducir las brechas sociales existentes dentro de la comunidades, también mediante la aplicación de Cuestionarios Únicos de Información Socioeconómica (CUIS) podemos determinar que tan viable y conveniente es que una familia obtenga un programa social aunque su comunidad no necesariamente sea considerada como marginada.
Las reglas de operación de los programas sociales buscan atacar la pobreza de manera multidimensional, sin embargo, en la práctica seguimos encontrando a familias que presentan brechas sociales y no tienen acceso a los programas.
En parte esto se debe a la forma en que obtienen sus bienes, adquiriendo créditos a una tasa de interés alto o de segunda mano y a que sus hogares tienen los servicios básicos, techo y pisos firmes aunque su calidad no sea buena. Sin dejar de lado la corrupción en sus entregas. Mientras mejor podamos distribuir los recursos públicos de los programas sociales impactará directamente en las familias y comunidades para reducir sus brechas sociales.