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PACHUCA, Hgo., 31 de marzo del 2025.-La planeación participativa en proyectos culturales ha sido, históricamente, un ejercicio dominado por adultos que deciden lo que es “mejor” para las infancias sin incluirlas en el proceso. Este enfoque adultocéntrico no solo es un error conceptual, sino también una oportunidad perdida para construir espacios y políticas verdaderamente significativas para ellas.
Los niños y niñas no son ciudadanos en espera ni mentes inmaduras que deban ser guiadas sin cuestionamiento. Son seres pensantes, creativos y plenamente conscientes de su entorno. Sus voces, cuando se escuchan, transforman la forma en que concebimos la cultura, el arte y el espacio público. Sin embargo, siguen siendo relegados a la categoría de beneficiarios en lugar de creadores o tomadores de decisiones en proyectos que, paradójicamente, están dirigidos a ellos.
La cocreación con infancias no solo es un ejercicio de inclusión, sino una estrategia inteligente para diseñar mejores proyectos. Su capacidad de imaginar sin las limitaciones de los adultos, su percepción libre de convenciones y su manera de habitar el espacio aportan soluciones frescas e innovadoras. Proyectos culturales que han integrado sus perspectivas han demostrado ser más sostenibles y mejor acogidos por la comunidad.
Para que la niñez ocupe el centro de las políticas culturales, se deben generar mecanismos reales de participación. Talleres de diseño colaborativo, asambleas infantiles, consultas lúdicas y espacios de expresión genuinos son algunas estrategias que permiten su integración. No se trata solo de preguntarles qué quieren, sino de otorgarles herramientas para que sus ideas sean escuchadas, valoradas e implementadas.
Las acciones que salen de estos procesos de planeación suelen incluir el involucramiento de la familia y con ello de la apropiación de espacios, proyectos y resultados, algunos de manera inmediata y otros en un mediano plazo.
Construir desde la infancia es apostar por una sociedad más equitativa, más creativa y más democrática. La cultura no debe ser un reflejo de lo que los adultos creen que es importante, sino un espacio donde todas las voces, especialmente las más jóvenes, tengan un lugar legítimo. Porque el futuro no se construye para la infancia, sino con ella.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.