Ráfagas: Otra más de la CAASIM
PACHUCA, Hgo., 20 de junio de 2016.- Cimbrado por sus propios errores y sus malos gobiernos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) aún no termina de digerir la virulenta reacción en su contra de un gran sector de la población, quienes le hicieron saber a través de las urnas que dejó de ser el partido hegemónico, y que las despensas y dádivas ya no son suficientes para ganar elecciones.
La cúpula priista no tiene que recurrir a una bola de cristal para detectar qué fue lo que falló el 5 de junio; malas decisiones, pésimos candidatos, cuestionados gobiernos y una terquedad por pisotear la voluntad ciudadana cuando se asume el poder, le cobraron la factura al tricolor y ahora ya no será mayoría en los ayuntamientos, tampoco lo será en el Congreso local, situación inédita en la historia política de Hidalgo.
Sin embargo, así como de evidentes son los errores que lo llevaron al descalabro, lo son también otras prácticas que suelen ser ya comunes dentro el PRI, quizá porque son solapadas por la cúpula priista, o porque de plano les tiembla la mano para tocar al intocable líder del Grupo Universidad, Gerardo Sosa Castelán, aquel personaje que en el 2004 al no obtener la candidatura tricolor al gobierno de Hidalgo hizo berrinche y a través del entonces secretario de Gobernación, Santiago Creel Miranda pactó para ser el candidato del Partido Acción Nacional (PAN).
Pero la animadversión del entonces dirigente nacional del PAN, Luis Felipe Bravo Mena hacia Gerardo Sosa Castelán, quien conocía el negro historial del jefe del Grupo Universidad, así como una maniobra del mandatario Manuel Ángel Núńez Soto, evitaron que se consumara la candidatura de Sosa, y en su lugar postularon al desconocido senador Antonio Haggenbeck.
Desde entonces, el presidente del patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Gerardo Sosa se ha dedicado a boicotear electoralmente a su propio partido; se adueña de partidos políticos como lo hizo en su momento del desaparecido Social Demócrata (PSD), de Acción Nacional donde impuso como diputado a su hermano Damián Sosa y como regidores a Alejandro Olvera Mota y posteriormente a su esposa Roxana Montealegre.
Ahora con Movimiento Ciudadano su nueva adquisición, Sosa comploteó con la oposición en su frenética obsesión de hacer pagar a quienes le negaron en tres ocasiones la candidatura al gobierno; puso a disposición del partido naranja la infraestructura de la UAEH y operó en contra varios municipios, incluidos Pachuca donde el PRI perdió la presidencia municipal y las dos diputaciones.
El PRI se equivocó tremendamente donde perdió, pero tampoco supo conciliar a aquellos heridos que quedaron en el camino en varios municipios al no lograr la candidatura y que al final voltearon bandera y apoyaron a la oposición; pero también le ha temblado la mano a la hora de poner correctivos, sobre todo cuando se trata de tocar al líder del Grupo Universidad.
Twitter: @AlexGalvezQ