Ráfagas: Voracidad panalista
Más de 40 millones de niños y adolescentes hay México, si se parte de la edad de 0 a 17 años que considera Unicef. Pero niños propiamente dichos de los 6 a los 12 años, son aquellos que están en edad escolar, buena parte en millones de esos 40. A ellos se dedica el Día del Niño el 30 de abril. Son tantas las etapas que describen a un niño que los organismos que se ocupan del asunto confunden al inquisidor, cuando este pregunta lisa y llanamente que es un niño y estrictamente hasta cuando lo es. Los propios organismos internacionales sobre los derechos de los niños y las leyes al respecto entre ellas las mexicanas te dicen que se es niño de la 0 edad hasta antes de los 18 años. Una respuesta que no te satisface, aunque luego se desglosa: se es lactante hasta los 12 meses, infante hasta los seis y de ahí, a partir de esos seis, son niños propiamente dichos hasta los 12. Los seis restantes hasta los 18, se considera adolescencia. Sería tan simple decir cuales son niños. Que haya características que se inician antes o que se prolongan hasta los 18 años, se debería de englobar en una definición con añadidos. La madurez y el alcance de las edades, son a veces diversos. Que haya adultos que suelen decir que actúan como el niño que llevan dentro y que uno curioso piensa que a lo mejor están embarazados, es una metáfora que habla de inmadurez y nostalgias de etapas que no han sido superadas.
QUE HAYA NIÑOS FELICES EN MÉXICO, LA LUCHA ACTUAL FRENTE A OBSTÁCULOS
La Ley General de los Derechos de las niñas, niños y adolescentes del 4 de diciembre de 2014, recoge todos los derechos y aspectos que protegen a los menores en México. En esencia se tienen que poner en funcionamiento las demandas fundamentales de la Unicef, primordialmente el derecho a la vida, a la salud, a la educación, y a la libertad. Es una ley que tiene que estar muy activa en su aplicación en estos tiempos, después de la avalancha depresiva que dejo el Covid-19. A nivel mundial todos los niños se vieron afectados por la pandemia. Y es que todo acontecimiento que lesiona a una sociedad, lesiona principalmente a la infancia y niñez Ha sido general con el aislamiento, el descenso en la educación, los problemas sicológicos por el encierro, la alteración de unas vidas por casi dos años. Ese es el gran reto que enfrentan los gobiernos de todo el mundo y la lucha que se está dando en México para incorporar a todos los niños a la escuelas e ir subsanando en parte las rémoras. Aunque fue benigno con la niñez, el virus se llevó a más de mil niños en el país, además de los que murieron en gestación por el deceso de sus madres. En esta fecha del 30 de abril que se festeja en México, han preparado en la Secretaría de Cultura de la CDMX, todo tipo de espectáculos en parques, museos, teatros, un sinfín de encuentros dichosos que elevarán la salud y la moral de miles de niños .
TARDE, PERO SE LEGISLÓ EN CONTRA DEL CASTIGO CORPORAL
Ya es sabido que el 30 de abril fue escogido por Álvaro Obregón para celebrar a los niños. Yo recuerdo que cuando tenía poco más de 15 años y con nombramiento de la SEP, le di clases a dos bisnietos del caudillo sonorense, allá a principios de los sesenta. Los dos niños eran aplicados y la niña, Olga, era una calca de su bisabuelo, muy blanca, gordita con la cara redonda muy linda, ojos claros y una vocesita ronca. Ese día obregonense del niño, es el que se sigue festejando en México, aunque cada país escogía en su momento la fecha preferente, como sucede con los días de madres y tercera edad. El 20 de noviembre de 1959 la ONU creó el Día Internacional del Niño cuyo nombre cambió por El Día Universal del Niño, cuando se emitió la Declaración Universal de los Derechos del Niño y se aprobó la Convención de los derechos del Niño. En México donde ya estaba legislada la lucha contra el bullying en las escuelas, se legisló también en contra de que padres, maestros o responsables, apliquen castigos corporales. Eso fue muy común por siglos y se consideraban normales tanto las famosas pelas paternales que los reglazos de los maestros. Más las ofensivas orejas de burro, que más bien les hubieran quedado a todos los traidores opositores que ya conocemos.
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