Radar Político: Penchyna, de moda
PACHUCA, Hgo., 5 de junio del 2020.- Es muy frecuente ver en sus conferencias de prensa matutinas, mejor conocidas como La Mañanera, a un Andrés Manuel responder a todo, cuando no es con base en sus expertos, lo es según su tacto político, aludiendo en diferentes maneras a su frase de campaña, “No mentir, no robar, no traicionar al pueblo”. Como fuera que sea esto, también es habitual escucharlo hacer referencias a personajes y etapas de la historia de nuestro país, y es que, es por todos sabido su predilección por la lectura y la vida y obra de algunos personajes como Benito Juárez y la Guerra de Reforma (1858-1861) y en menor medida a Francisco I. Madero y algunos episodios de la Revolución mexicana. No por nada, este fue el tema con el que se tituló de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, cuyo título es “Proceso de formación del Estado Nacional en México, 1824-1867”, no por nada también se desprende de aquí su afición a la escritura, la cual comparte en común con su señora esposa Beatriz, escritora, investigadora y docente de la Universidad Iberoamericana.
Pero no nos perdamos en el tema, ¿a qué viene todo esto? A que precisamente esos referentes intelectuales salen a relucir cada y cuando hay manera, es decir, casi a diario, y ya sea en La Mañanera o en alguno de sus mítines, la alusión de “Los Conservadores Vs Los Liberales” se ha vuelto habitual cuando se refiere a la oposición actual (muy desgastada por cierto) y los remanentes del neoliberalismo los últimos treinta y cinco años, y no es que lo defienda, pero si en su discurso como ejercicio demagógico le funciona ¡Qué bien! Pero como una verdad que quiera tergiversar a los ojos de la historia real dista mucho. Y es que, una cosa es la historia oficial (que se enseñó como discurso tricolor por más de ochenta años) que la historia consumada por medio de investigaciones académicas.
Aclaro, no está mal tener afinidad por una época o personaje de la historia, siempre y cuando se dimensione que estos no fueron perfectos y que actuaron de acuerdo a las circunstancias de su momento; que un Benito Juárez, a pesar de los discursos postrevolucionarios de la historia, tiene sus claroscuros o que un Porfirio Díaz, fue un tirano omnipresente sin escrúpulos. La historia de buenos y malos no es cosa de los comics solamente, sino de discursos políticos, y en México se aplica a la medida cada sexenio, y en este al parecer ha sido la fórmula ideal para seguir conglomerando masas. Digo lo anterior en alusión a lo que este jueves mencionó en su discurso matutino desde Chiapas al referirse a un hecho que hoy pudiera interpretarse como cómico y tiránico; el impuesto a puertas y ventanas decretado por Antonio López de Santa Anna en 1853.
Este impuesto, el cual ya se había aplicado en México transitoriamente años antes (1832 y 1843), y al que se le agregó más tarde el impuesto a la tenencia de perros, caballos y carros (carruajes), no fue una “puntada” de Santa Anna, pues hasta mediados del siglo XIX, esta medida económica se aplicó en países como España, Suecia, Bélgica y Francia y fue vista como una medida sanitaria, de orden vial y que contribuyó al fortalecimiento de las finanzas públicas, en un contexto en el que las guerras y conflictos constantes difícilmente generaban ingresos para sostener un gobierno.
Desde luego que sería complicado explicar lo anterior de manera detallada en un mitin del gobierno actual o quizá poco práctico para el maniqueísmo político, y por lo tanto, un elemento que pudiera debilitar su empatía con las masas, pues es muy probable que al entender y explicar a los hechos de los hombres como circunstanciales, sus aspectos negativos o positivos perderían efecto. Pensemos en un Andrés Manuel hablando en un discurso haciendo referencia a Benito Juárez haciendo referencia de lo bueno y malo de este personaje, sería tanto como quitarse la careta de mesiánico y bienhechor del pueblo y darle crédito a “villanos de la historia” como a Don Porfirio Díaz ¡Impensable!
Finalmente, yo no creo que el Presidente Andrés Manuel ignore estos detalles de la historia, más bien creo que es un ensimismamiento de su caprichosa personalidad y que se aferra a ellos como “mentiras piadosas” de un discurso de la historia oficial, que le sirve sí, pero que son un insulto a nuestra inteligencia o acaso ¿Qué no sabe de políticos conservadores que se pasaron al lado liberal y viceversa? Lo mismo que antes las condiciones del contexto cambian, pero dado a que el presidente juega con la historia aludiendo a anécdotas mochas, bien entonces podríamos compararlo y seguirle el juego de su anacronismo, pero no compararlo con Benito Juárez (el Juárez del Siglo XXI para muchos), sino con Porfirio Díaz en su primer período republicano, después de todo el hace referencias indiscriminadas de nuestro pasado con nuestro presente ¿Verdad?
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