
Ecos y Huecos Sindicales / Jubilación
PACHUCA, Hgo., 1 de julio de 2025.-Apenas hace un par de meses, fue difundía la pronta necesidad de instalar otra planta tratadora al interior de Hidalgo (aún no existe exactitud de su localización), aunque ahora con la finalidad de disminuir el volumen de sargazo (macroalgas flotantes), que permita además minimizar su impacto y quizás transformarla en bio combustible (biodiesel, bioetanol, biogás). La intensidad del volumen no es nada menor, se hablaba a inicios de la presente década, que el llamado gran cinturón de sargazo del Atlántico, tenía una extensión de 8 mil 850 kilómetros de largo (desde África Occidental hasta el Mar Caribe y el Golfo de México); en específico en Quintana Roo, se estima la llegada de hasta 60 mil toneladas de esta macroalga marina.
Más que problema de nuestro tiempo, la apuesta de nuestros tomadores de decisiones es convertir al sargazo en materia prima. Ejemplos existen de su posible viabilidad, en Asia y el Pacífico se utiliza en demasía para la industria alimentaria, mientras que en México existen ejemplos variados: Dianco México (productora de fertilizantes orgánicos); Biomaya (convierte algas procesadas en jabón); Blue Green México (bloques de construcción a base de sargazo), por mencionar algunos.
Así pues, asumiendo que una de sus virtudes del sargazo, es duplicar su biomasa en menos de 20 días en promedio, persisten grandes desafíos no solamente en su recolección, también en su distribución a la planta tratadora (casi1,500 horas, casi 18 horas vía terrestre desde Quintana Roo a Hidalgo), la producción masificada respaldada por investigación científica, tecnológica y humana (aún escasa en la entidad), y mucho menos regulación normativa de usos y alances. Más aún, las lecciones aprendidas alrededor de las plantas tratadoras en Hidalgo indican que al menos cerca del 45 por ciento de éstas, funcionan con capacidad intermedia, mientras que el resto están en desuso (existen municipios que ninguna funciona). Es así como la paradoja de los sargazos nos recuerda a la realidad que cada día vivimos, la capacidad de apoderarse del espacio por las propias lógicas privatizadoras en pro del desarrollo inducido, dejado a la deriva las necesidades de los sectores vulnerables, entes productivos relegados, limitada cohesión social como proyecto común, y evidencias lastimosas de obra pública por inclemencias climáticas.
¡Al Tiempo!