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PACHUCA, Hgo., 15 de diciembre del 2020.- En la bella airosa, en dos espacios diferentes, una charla trascurría en unos ordenadores, tan lejos pero tan cerca; Erika Gómez Lozada mejor conocida en el mundo del basquetbol como “La Cucha”, accede a una entrevista para conocerla fuera de las canchas.
Originaria de Pachuca, nacida en una familia tradicional, su madre Margarita tuvo cuatro hijos de los cuales siempre les inculcó el deporte desde muy temprana edad, desde llevarlos a clases de gimnasia, básquetbol donde Erika fue la única de sus hermanos en llegar a jugar profesionalmente.
Debutó a sus 15 años, en el Comité Olímpico tuvo la oportunidad de ser seleccionada nacional y posteriormente convirtiéndose en una leyenda del basquetbol en Hidalgo y en México, tras jugar una década en el continente antiguo. Terminó su carrera deportiva a los 35 años en los panamericanos del 2011 que se llevaron a cabo en Guadalajara donde ganaron el segundo lugar.
“Cuando iniciamos en basquetbol mis padres difícilmente podían sustentar todos los gastos, imagínate cuatro pares de tenis al año, los arbitrajes, pasajes, era complicado en verdad; mis hermanos y yo hacíamos diez tortas cada uno y las vendíamos, eso servía para pagar los pasajes de ida y de vuelta, pagar los arbitrajes”.
En su adolescencia, Erika medía 1.82 metros de altura, su característica física ayudó a que sobresaliera y recibiera invitación para jugar en la selección de Hidalgo.
“Posteriormente fui a hacer pruebas a la preselección nacional, llegamos treinta y me quedé entre las doce para la selección Junior menor, después en el Comité Olímpico nos dieron la oportunidad a tres juveniles más destacadas de entrenar en la selección Nacional, más adelante fui capitana cinco años”.
El deporte para “La Cucha” fue una oportunidad para trascender en todos los ámbitos de su vida, obtener becas para seguir estudiando, graduándose así en la carrera de Tecnología Deportiva en el Centro de Estudios Universitarios de Monterrey (CEU).
Erika tuvo la oportunidad de vivir y hacer lo que más le apasiona en diferentes partes de España en Madrid, Valencia, Sóller, Palma de Mallorca, Bembibre, León, Córdoba, Andalucía, Ourense, Galicia; jugó en el equipo de Canoe, Estudiantes, Guadalajara y Ourense.
“Cuando llegas a jugar a Europa juegas contra rusas, francesas y lo primero que te dicen ¿cuántos mundiales has jugado, cuántos olímpicos has ganado?, en México no existe eso y te clasifican de esa manera, no obstante, pensaba, porque no poder, ellas tienen lo mismo que yo, solo era cuestión de trabajo y ser competitiva”.
“Fui de las primeras mexicanas en ir a jugar a Europa, todos dicen que fui la primera, pero no, hubo una antes de mí años atrás, solo estuvo una temporada, desconozco por qué no continuó; yo estuve diez temporadas representando a México, rompiendo así paradigmas, es difícil llegar, además es diferente la cultura deportiva a la de México.”
Erika frenó su carrera deportiva debido a una descompensación física jugando un campeonato en Puerto Rico.
“Fui hacerme estudios y me detectaron que estaba sangrando por dentro, la globina estaba menos seis, mi corazón no estaba bombeando lo suficiente y la sangre no llegaba a mi cerebro, un atleta en esas condiciones se muere.”
Basa en su experiencia propia, dice, que en nuestro país deben implementarse pruebas físicas y médicas constantemente para los atletas, “ya que antes de ser deportistas son personas”.
La charla trascurre, Erika cita lo importante que fueron esos años llenos de alegría, derrotas, recordando con nostalgia a su padre quien fuera pilar en todo momento; desprendiendo de sus ojos pequeñas lagrimas que con sus manos se limpiaba de forma horizontal, entre su piel no permitió que se deslizaran esas gotas húmedas por sus mejillas, mientras en los dos cuartos hubo un eco de silencio.
Su disciplina más allá de darle gratas experiencias, satisfacciones, vivencias también le dio la oportunidad de conocer a Sergio Molina a quien admira y con quien tienen una hermosa familia.
Actualmente es entrenadora del equipo estudiantil de Tecnológico de Monterrey Campus Hidalgo y asistente de la Selección Nacional de México convirtiéndose en la primera mexicana en formar parte del staff técnico varonil.
En estos tiempos estar al frente de un equipo de hombres no ha sido complicado, “mientras tengas capacidades, conocimientos, los jugadores te respetan como su entrenadora”.
Denota Erika Gómez que el básquetbol en nuestro país está dolido, no hay organización, estructura, lamentablemente nunca se respetan los procesos, no hay una federación consolidada, sin embargo, hay mucho talento.
En temas de género –explica- que hay desigualdades económicas en la rama femenil, el salario son seis mil a ocho mil pesos mientras en la varonil llegan a ganar cincuenta mil a trecientos mil pesos, lo que implica que las mujeres tengan que buscar otros trabajos para poder continuar.
-¿Qué les dirías a las mujeres que desean ser basquetbolistas?
“Sean valientes, luchen, no tengan miedo, trabajen por lo que quieran alcanzar; no sean medias naranjas, sean naranjas completas, seguras de sí mismas, si podemos sacar a una familia completa que no podamos sacar adelante una disciplina”.
Respecto a la pandemia por Covid 19, la Cucha reflexiona:
“Hay que ser empáticos, miles de personas se están muriendo en México, son contagios tras contagios y hay personas que siguen saliendo a fiestas, bares, a lugares concurridos hay que ser responsables, muchas personas no quisieran salir, pero tienen que buscar el sustento para sostener a sus familias, seamos solidarios, cuidémonos entre nosotros; juntos y en equipo estoy segura saldremos adelante.”
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.