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Una tesis, Metodología para el análisis de la arquitectura mesoamericana aplicada al Gran Basamento de Cuicuilco, de Denia María Sandoval González, abre una nueva etapa para conocer a fondo la civilización que se desarrolló a partir del año 800 anterior a la era actual. Cuicuilco, la zona que se extendió -y en parte se extiende ya muy mermada-, sobre la parte sureste de la Cuenca del Valle de México, no solo encontró en el volcán Xitle un enemigo destructor, muchos aparecieron en la etapa moderna para tratar de destruir lo que queda de esa civilización que pudo ser, según las teorías, superior a la de Teotihuacán. Esos depredadores modernos, han sido las constructoras, los grandes capitalistas como el grupo Carso, las torres Electra y todos los que se aposentaron con sus comercios, bancos, edificios y oficinas sobre los valiosos restos de centurias antropológicas e históricas. Hay datos de que en 1966, así como se destruyeron vidas para dar paso a las Olimpiadas en 1968, los tractores destruyeron ocho edificaciones que daban pistas de gran importancia de lo que fue una gran cultura con sus entornos, sus pirámides, sus expresiones ceremoniales, la vida social y la arquitectura de los cuicuilmecas. Toda esa destrucción para construir la Villa Olímpica.
UNA TESIS DE DENIA SANDOVAL INICIA IMPORTANTE RECUPERACIÓN
Antropólogos y arqueólogos de gran renombre entre otros Manuel Gamio y Byron Cummings, fijaron sus ojos en los años veinte del siglo pasado, en este pedazo de tierra que hoy es acosado por grandes vialidades -el periférico-, construcciones y negocios de todo tipo que esperan un descuido para internarse en la zona. El Gran Basamento que está en la llamada zona A de Cuicuilco y es el centro de los estudios principales, parece un gigante dormido que esconde muchos secretos que aún no han sido descubiertos. Parte del monumento aún está cubierto por la lava del Xitle. Hace dos décadas todavía se hablaba de la falta de más estudios, -muchos de los cuales se volcaron a Teotihuacán-, pese a la preocupación de arqueólogos y antropólogos que están cerca también de la zona, a partir de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y sus edificaciones. Una joven, Denia María Sandoval González, que desde hace tiempo labora en la zona, -que incluye aparte de edificaciones, un museo-, además de estudios de arquitectura inició los de arqueología. Ella hace un recuento de sus maestros de tesis, en sus diez años de labor, algunos de ellos fallecidos en el lapso de los últimos ocho años mientras ella se internaba en la investigación y el trabajo directo. La hemos visto escarbar zonas en busca de restos. Y en ese afán que la ha llevado a proseguir las investigaciones de Cuicuilco, ha abierto una esperanza de conocer a fondo que fue realmente aquella civilización surgida en el preclásico como una pequeña aldea y al parecer consolidada -según los informes -, en el protoclásico. Su tesis, dirigida por el arqueólogo J. Jorge Cabrera Torres recién fallecido, fue presentada el sábado 27 de abril ante los sinodales y asesores, la arqueóloga Laura Adriana Castañeda Cerecero y el doctor Juan Carlo del Razo Canuto, quien hizo interesantes análisis sobre la función de un basamento ceremonial en la época cuicuilmeca y si esta función fue a partir de lo individual o lo social. Sandoval González fue certera en sus respuestas, hizo un recuento de lo ya existente y agregó datos fundamentales sobre el tipo de arquitectura mesoamericana que se utilizó en el Gran Basamento. Bien preparada ante a una profundidad de interrogantes, la nueva arqueóloga obtuvo mención honorífica. Y su promesa expuesta ante un auditorio pleno en la ENAH, fue de proseguir las investigaciones.
TAMBIÉN HABÍA CANTOS RODADOS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL BASAMENTO.
Multitud de componentes terráqueos, arcillas, basaltos, cantos rodados, etcétera, forman una pirámide y es lo mismo para sus bases. En la tesis de Denia los cantos rodados están al final de la lista. Estos son desprendimientos de rocas, que sueltos, son sometidos al movimiento natural y a la depredación o al cambio de formas al ser arrollados por las aguas o por la propia tierra. ¡Ah!, pero también por su colorido, formas hermosas y su fácil adaptación, son materiales de adorno, de arte y de poesía. Son elementos que los poetas y los artistas en general, no han menospreciado a lo largo de las décadas. En ellos pensaron los Rolling Stone al aplicar su nombre y en esas mismas piedras rodantes se inspiró el Nobel Bob Dylan para escribir Like a Rolling Stone. Así lo sostiene el escritor argentino Ricardo Alonso, al abundar sobre el tema y añadir que uno que profundizó en los cantos rodados y los utilizó como metáforas del ser humano en sus cartas a su hija Indira Gandhi, fue Jawaharlal Nehru. Esas cartas sugieren la idea de piedras que ruedan llevando la historia de los siglos, como el ser humano acumula historias a lo largo de su vida. Atahualpa Yupanki el cantante argentino que usó el nombre del jefe indio peruano, escribió una canción a las piedras que ruedan y que hablan en su transcurrir con su sonido. He aquí algunos de los versos de ese poema que hizo canción:
Tanto vivir entre piedras
yo creí que conversaban
voces no sentí nunca
pero el alma no me engaña.
Algo se dice en las piedras
a mi no me engaña el alma
temblor, sombra o que se yo
igual que si conversaran
Malhaya pudiera un día vivir así, ¡sin palabras!