
Ráfagas: El rastro de César Mora en la alcaldía de Ixmiquilpan
PACHUCA, Hgo., 13 de agosto de 2025.- Fernando es un médico muy destacado en su especialidad. En 30 años de trayectoria profesional, ha alcanzado un capital que le permite tener una casa propia de tres pisos, una camioneta para él, una para su esposa, además de un auto para sus hijos.
Cada noche, la familia de Fernando llega a casa después de atravesar la calle de terracería donde se ubica su domicilio, en una colonia edificada a mediados de los noventa, en plena capital hidalguense.
Su calle se sumó a la colonia en una etapa de crecimiento urbano, pero el pavimento simplemente nunca llegó. Durante los 20 años que lleva viviendo ahí, solo una temporada vio trabajadores del gobierno en funciones de rehabilitación. Bachearon otras calles de la colonia, y desecharon el cascajo frente a su casa.
Se trata de un espacio público que no existe para las autoridades. En Pachuca, el caso de Fernando no es aislado. Calles a las que no llega el camión de la basura, donde no hay alumbrado público o que no están consideradas en los rondines de seguridad se ubican en colonias como San Antonio, La Palma, Santa Julia, 20 de Noviembre, San Bartolo, Vista Hermosa, López Portillo, El Palmar, Ampliación El Palmar, Nopancalco, el Huixmí… donde familias trabajadoras no cuentan con los servicios básicos de una ciudad.
Una reacción de la sociedad ha sido atrincherarse detrás de rejas o, quienes tienen la posibilidad, mudarse a colonias fortificadas. Solución eficiente, pero que en el largo plazo compromete el elemento que realmente enriquecería a la ciudad: la comunidad.
En los barrios altos tienen una forma diferente de hacerle frente a los desafíos, no solo a las deficiencias en los servicios públicos, sino incluso a objetivos en positivo.
Don Catarino ha vivido toda su vida en el Arbolito. Con su trabajo, sostiene su casa propia y les ha dado escuela a sus hijos. En su calle, los vecinos se saludan por las mañanas y comentan de manera frecuente circunstancias que les competen en diferentes ámbitos: los precios de tal o cual producto, el clima, la lluvia… la inseguridad, los baches. En una de esas charlas con sus vecinos, se planteó la idea de mejorar las condiciones de su calle, que lucía destruida. Los vecinos se preguntaron si no serían ellos mismos capaces de mejorar su calle.
Esa idea fue madurando hasta que acordaron mandar hacer el proyecto de rehabilitación y después, a través de ciertas gestiones, concretarlo. Hoy, la calle Antonio Tagle, donde viven Don Cata y sus vecinos, está sin baches, pero no solo eso: está alumbrada y pintada.
No se puede escatimar que los pachuqueños somos personas de trabajo duro. La organización de una comunidad no es sencilla, pero demanda habilidades distintas a las de un trabajo convencional: el diálogo y la empatía, la búsqueda e incluso la ejecución de soluciones y la exigencia a las autoridades… Pero los resultados de una comunidad fuerte llegan a formar parte del patrimonio material e inmaterial de una ciudad.
Desde mi morral:
Ejemplos de buena vecindad sobran: desde una carrera atlética hasta la construcción de una capilla. Son gestos sencillos, pero profundamente significativos. Desde aquí, envío un abrazo a todos esos buenos vecinos que hacen la diferencia -como Jesús de Venta Prieta, Chelita del Barrio de la Cruz y tantos otros que, con generosidad y cariño, ayudan a construir un futuro más unido y esperanzador.