
Radar político/Martiniano, faltan muchos...
PACHUCA, Hgo., 21 de julio de 2025.- Un poco más de 48,000 escuelas multigrado hay en el país. Un gran número de ellas, presentan limitaciones, pero no todo es desventaja: al estar dentro de comunidades pequeñas, existe un mayor compromiso por parte de los padres, además de que la figura del docente es bien valorada y respetada, como pudimos observar hace algunos días, cuando un docente, cuidó todos los detalles para que su única estudiante, tuviera una ceremonia de graduación especial. Sin duda, en ese momento íntimo y poderoso, lejos de los relectores nacionales, se dijo más sobre la educación en México, que cualquier discurso institucional.
Las escuelas multigrados, como la Primaria Raymundo Flores Fuentes, son una realidad estructural en el sistema educativo mexicano: representan casi un 50% del total de las escuelas registradas y atienden a más de 1.8 millones de niñas y niños en regiones rurales e indígenas. Allí, donde se observa, muchas veces, pobreza extrema, estas escuelas son, no solo centros de aprendizaje, sino también espacios de cohesión social y cultural. Y en el centro de todo, está el maestro o maestra multigrado: una figura que encarna simultáneamente la docencia, la dirección escolar, la gestión comunitaria y la esperanza colectiva.
Ser docente en una escuela multigrado exige una versatilidad que rebasa cualquier plan de estudios universitario. En un solo salón conviven estudiantes de diferentes grados, edades, niveles de aprendizaje y contextos familiares. Enseñar en este entorno, no es solo un reto técnico; es un arte pedagógico que requiere diagnóstico fino, planificación flexible, creatividad desbordante y una sensibilidad profunda hacia el entorno. El maestro Nelson, como miles en el país, debe adaptar cada clase al mosaico de capacidades y ritmos de sus alumnos. No puede apoyarse en libros de texto únicos ni en horarios estandarizados. En su lugar, diseña proyectos integradores, elabora materiales con recursos naturales o comunitarios, y transforma las necesidades locales en oportunidades de aprendizaje.
En esas aulas se aprende a leer con cuentos orales, a sumar con el precio del maíz, a escribir con cartas a los abuelos. Los saberes comunitarios no se excluyen del currículo, se incorporan. La enseñanza no se impone; se construye colectivamente. Se enseña a partir del entorno y con los elementos que este ofrece: hojas, piedras, cuentos locales, mapas hechos a mano. Es una pedagogía viva, situada, profundamente humana.
Pero donde la sociedad ve precariedad, muchos maestros ven posibilidad. Donde no hay pizarras digitales, florecen proyectos interdisciplinarios. Donde faltan aulas, se multiplica la solidaridad comunitaria. Y en lugar de libros, se leen los caminos, los huertos, las historias de los mayores. Lejos de ser un obstáculo, la diversidad se convierte en una herramienta de aprendizaje. En estas escuelas, el aprendizaje no es estandarizado, es significativo.
La labor del docente multigrado es, en muchos sentidos, una forma de resistencia pedagógica. Cada día, el maestro multigrado se convierte en el centro de la comunidad, en el aprecio de las familias, en el respeto por su labor del derecho a aprender, no con discursos, sino con su presencia cotidiana, muchas veces después de caminar horas o atravesar ríos en la sierra, la huasteca u otras regiones. En no pocas comunidades, es la única cara visible del Estado.
El caso del maestro Nelson y su estudiante, nos obliga a repensar lo que entendemos por calidad educativa.
Lo que ocurrió en El Naranjo, no fue solo una graduación. Fue la celebración de una victoria compartida, el reconocimiento a una labor que merece mucho más que aplausos esporádicos. Fue también una advertencia: sigamos dignificando a estas escuelas y sus maestros, en caso contrario, se corre el riesgo de perpetuar una desigualdad estructural, que ninguna reforma podrá resolver por sı́ sola.
Las de chile seco
En un solo salón, enseña a distintas edades, ritmos y mundos. Lo llaman maestr@, pero es mucho más: es puente, brújula y resistencia.