Ráfagas: Denuncian corrupción en Tribunal de Arbitraje Laboral
Antes de que sigan leyendo, debo advertirles que a mí no me gustan los segundos pisos. No me gustaron cuando Claudia Sheimbaum los construyó en el todavía entonces Distrito Federal, que abrieron la puerta a la expansión de la planta vehicular en México, en lugar de dotarnos de un plan para mejorar el transporte público. No sé si lo recuerden, pero ese gobierno fue el primero, desde que inició operaciones el Metro en 1968, que no construyó ni un solo kilómetros de ese transporte no contaminante. Para no hablar sino de sólo uno.
Pero tampoco otras vías, como el tren ligero que va de Taxqueña a Xochimilco, o modernizar los famosos peseros u ordenar los taxis, que en esos años superaron los más de ciento treinta mil taxistas piratas, tolerados (es un decir; expoliados, habría que señalar). Les gusta ese término, el mismo que usan para traficar con los llamados “autos chocolate”. Como todos atestiguamos, no sólo hubo fuertes accidentes, de aquel tren ligero, sino también se les cayó el Metro. Bueno, qué podemos decir. Políticas públicas, suelen llamarles entre esa banda nefasta e incompetente que gobierna México.
Y todo esto lo traigo a colación porque, como dije más arriba, no soporto los segundos pisos. Ya vimos lo que produjeron en la hoy pomposamente llamada Ciudad de México. Bueno, sí trajeron ganancias extraordinarias a uno o dos constructores amigos, sobre todo al marido de la ministra Yasmín Esquivel Mossa, acusada de plagiar su tesis, delito ya perdonado en Palacio. Todos cometemos errores de jóvenes, la justificó el Prejidente, que tardó 14 años en cursar una carrera de cuatro años. En la UNAM, sí,esa que tanto detesta.
Mucho me temo (vuelvo a eso de los insoportables segundos pisos) que lo que quiere la candidata cuando promete los segundos pisos de la 4T, es subir la apuesta. Porque si este gobierno acabará con casi 200 mil muertos (ya vamos en 175 mil, y apenas es diciembre), ella seguro se superará y llegará a los 400 mil. Ya saben qué aplicada es. Si en la pandemia tuvimos 800 mil muertos extra por el Covid 19, ella apostará a un millón 800 mil; si tenemos 113 mil desaparecidos, ella seguro alcanzará, al menos, 200 mil, y así todos los demás números.
No lo duden: desaparecerán la Suprema Corte, a la que seguro se renombrará como la del Bienestar; se pasará al INE al control del gobierno y, seguro (si no ha muerto) se nombrará a Barttlet para dirigirla, y se cancelarán el INE y todas las demás instituciones que tanto escozor producen en la 4t. No quieren testigos de su desastre.
Con el crimen organizado, le entregará lo que quede del país, de lo que no alcancen a apoderarse en los escasos ocho meses del presidente Peje. Ya tienen la mitad, los segundos pisos prometen entregarles el resto. ¿Alguien lo duda? Habrá que ver lo que hace para compartir ese negocio con los militares, que seguro no acabarán muy contentos, aunque huelga decir que les puede entregar, ya entrados en gastos, el poder político, lo que no alcanzó a hacer su patrón. Ella seguro sí lo hará. Tiene fama de aplicada.
Si me aterra pensar en los segundos pisos, insisto, es porque, sin ser zahorí, puedo ver el futuro de lo que nos ofrece con sus segundos segundos pisos (perdón por la cacofonía). Porque los primeros sí alcanzaron su objetivo: doblaron el número de automóviles que hay circulan por la capital del país. Luego, acabará de entregar el país al crimen organizado, de construir el Narcoestado que busca el presidente Peje, con pingües beneficios para todos sus allegados, empezando por sus familiares cercanos, hijos incluidos, que empiezan a aparecer ya en cada una de las tramas de corrupción en marcha, pero también para los miembros de la banda (que no es musical, aclaro), y alguno que otro constructor, de esos que tanto le gustan. Sí, adivinaron, los mismos de la vieja mafia del poder.
Me tranquiliza pensar que, pese a lo horrible que suena esto de los segundos pisos, que tanto detesto, para eso primero tiene que ganar las elecciones de junio. Y eso se ve cañón, como suele decir el fantasma de Palacio. ¿O de veras los pocos mexicanos que no vivimos en Péjico queremos suicidarnos? ¿No tuvimos suficiente con seis años? Sí, sé que unos dicen que se sintieron como seis minutos, pero bajo el agua.
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