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Ráfagas: Salud, trabajo partidista en horario laboral
Con mi afectuoso recuerdo a Roberto Herrera Rivas (Q. E. P. D.)
El 21 de febrero 1952, hace 65 años, en Bangladés (que en esos momentos era parte de Paquistán) se dio un vergonzoso acontecimiento y una masacre de dos estudiantes que hizo pensar que el mundo debía reconocer el derecho a la lengua y el multilingüismo, algo que en la política de las naciones era visto con soslayo o se castigaba a las personas que se diferenciaban por no hablar la misma lengua. México no era la excepción y la política no reconocía la diversidad cultural, se castigaba a quien no hablaba español y se le catalogaba como enfermo mental, así de grave fue.
Cuando se segmentó el imperio hindú a finales de los años 40, fue necesario segregar aquellas regiones que culturalmente no se adaptarían a la nación india, así que separaron del territorio las zonas de creencia musulmana, así nació Pakistán, que como todos saben es una nación ubicada al occidente del subcontinente indio; al otro extremo, al oriente de la India, se encontraba Bengala, otro territorio musulmán que había quedado bajo el dominio de Paquistán. Por increíble que esto parezca, Paquistán era una nación partida en dos y con el subcontinente indio en medio.
El que ambos fueran territorios musulmanes no significaba que culturalmente fueran similares, mientras que en Paquistán se habla urdu, en Bangladés se habla bengalí. Las decisiones políticas se imponían arbitrariamente y por ello los bengalíes pedían el derecho a un gobierno y educación en su propia lengua, sin que les fuera impuesto el hablar el urdu. El movimiento en favor de la lengua bengalí, luego del asesinato y represión de los estudiantes, finalmente alcanzó que la política nacional reconociera como lengua oficial el bengalí, en el año 2000 y en conmemoración de este acontecimiento, la ONU declaró el 21 de febrero como Día Internacional de la Lengua Materna, muy buena iniciativa considerando que todos los seres humanos poseemos una lengua materna, lo cual da mucho que pensar.
El estado de Hidalgo tiene una amplia diversidad cultural, parte de esta riqueza está en las lenguas indígenas de grupos étnicos que por siglos han habitado esta región. Según cifras del INEGI, en su censo de población del 2010, expresan que en nuestro territorio hay 245 53 hablantes de la lengua náhuatl, 115 869 hablantes de lengua otomí, 1818 hablantes de lengua tepehua y 677 hablantes de mixteco (el INALI cuenta que son personas que hablan zapoteco, puede ser una confusión o hay de ambos grupos), que quizá se deba a algún factor migratorio.
En total hay 359 972 personas mayores de 5 años que hablan alguna lengua indígena, un 15% de los hidalguenses tienen como lengua materna alguna de ellas, de esa cifra hay un 14% que no hablan español (un 2% de los hidalguenses). Hidalgo es además la sexta entidad con más hablantes de lenguas indígenas, sólo después de Oaxaca, Yucatán, Chiapas, Quintana Roo y Guerrero.
Aun así, estas cifras son muy frías, poco nos dicen de la diversidad cultural y las formas de vida, pues las lenguas que se hablan en Hidalgo tienen muchas variantes: el otomí tiene dos o tres ramas dialectales diferentes, en el Valle del Mezquital se habla el hñähñú, excepto en la zona de Huichapan, donde se le denomina hñöñö, mientras que en la Sierra Oriental se habla el yuhú o ñuju.
En el caso del náhuatl, la parte más al sur que lo habla es la población indígena que corresponde a Acaxochitlán (hablantes de la variante masehual tla´tol), mientras que en la Huasteca se habla el náhuatl huasteco, con una variante específica muy distinta al náhuatl que se habló en el Valle de México, con fuerte influencia y mezcla de la lengua tének, hoy extinta en Hidalgo, que fue la antigua lengua huasteca, al parecer de origen mayense. Todos estos cambios dialectales pueden darse en las pronunciaciones entonaciones, acentos, vocabularios y escritura.
Desde la llamada conquista militar y la consecuente conquista espiritual, los europeos dieron a entender que el latín y el castellano eran lenguas de prestigio, la primera no era para los mundanos, la segunda era obligada para “seres civilizados”, poco a poco vino el apagón cultural, el cual comenzó por la lengua materna de cientos de habitantes, mismos que abandonaron el valor de tener una lengua materna que no muchos mexicanos tenían. Con la emancipación de México esto no cambió mucho, incluso en el norte se consideraba barbárica la vida de muchos grupos étnicos a finales del siglo XIX.
Es evidencia de una resistencia pasiva el hecho de que aún tengamos una entidad plurilingüe, a pesar de todo y ahora de la invasión de una necesidad de hablar inglés, debido a la migración, los pueblos han revalorado su cultura y la ventaja que da el que una persona sea más inteligente por hablar más de una lengua.
La Constitución Política del Estado de Hidalgo expresa en su artículo 5° el derecho de los pueblos originarios a su cultura y a su lengua, con ello se requiere que la política haga lo necesario en favor de la preservación de ambos aspectos. Por otra parte, está consagrado el derecho de que los pueblos tengan asistencia de intérpretes y traductores para procesos judiciales y administrativos de gobierno, igualmente la educación pública ha hecho los esfuerzos que la educación bilingüe requiere.
El pensar en los derechos lingüísticos en Hidalgo representa el reconocimiento de la riqueza histórica y cultural, no la desventaja que por años se dio en contra de los pueblos indígenas al verlos como una población dependiente, lo cual exterminó poblaciones. Es importante cada vez más implementar políticas para que las lenguas indígenas no decrezcan e incluso más hidalguenses se sumen al reconocimiento de ellas e incluso practiquen el habla con el consabido reconocimiento de la cultura.
Además de las instancias educativas como el Centro de Lenguas Indígenas (CELSI), el Poder Ejecutivo Estado de Hidalgo ha creado dos instituciones que mucha responsabilidad tienen en el asunto, por un lado está la Subsecretaría de Atención a Comunidades Marginadas e Indígenas en la Secretaría de Desarrollo Social, a cargo de Héctor Pedraza Olguín, y la recientemente creada Secretaría de Cultura, la cual debe reconocer que la persistencia de la multiculturalidad reside en las diferentes lenguas que se hablan en Hidalgo.