No alcanza
CIUDAD DE MÉXICO, 13 de diciembre de 2016.- La deportividad se define por diferentes valores: el juego limpio, el comportamiento ético y la integridad, la generosidad y la preocupación genuina por el prójimo, todo enmarcado en el ejemplo que se debe dar en las canchas y se proyecta hacia el espectador y fundamentalmente en jóvenes y niños que presencian algún juego o se relacionan con algún equipo. La deportividad es parte de una escuela inglesa del siglo XIX, su máximo representante fue Thomas Arnold, un célebre humanista y pedagogo, quien defendió el valor de la cultura física pero también el desarrollo del intelecto. Muchos deportes se basan en este espíritu, pues a partir de estas ideas se diseñaron las reglas que les darían disciplina, incluyendo el futbol soccer, el cual logró sus reglas definitivas a finales del siglo XIX, también cabe mencionar el resurgimiento de los juegos olímpicos de la era moderna también es heredero de este pensamiento.
Pero algo que el deportivismo no pudo establecer es el comportamiento extra-cancha, el comportamiento de la llamada gente de pantalón largo, los que hacen el llamado futbol de estufa, los dueños de los clubes, los que buscan ganar dinero a toda costa, los que compran y venden jugadores como si no fueran seres humanos. El futbol mundial es un ejemplo de un apasionado gusto por la competencia, el juego, la pasión, pero si hablamos de negocios, el futbol es el ejemplo de muchos entramado indecorosos, de intereses, de situaciones en donde hasta se han puesto en riesgo la vida de personas y de jugadores. Desde hace tiempo sabemos que el futbol, así sea el llanero, amateur o de divisiones inferiores, resulta un lucrativo negocio, no en todos los países pero sí en la mayoría de ellos.
Recientemente se abrió una polémica más en relación con el Grupo Pachuca, poseedores del club del mismo nombre, otrora beneficiarios del gobierno estatal quien les concesionó el estadio, les concedió terrenos y hasta un museo, o les ha apoyado para la apertura de escuelas de fuerzas inferiores y les ha cedido espacios públicos. Por lo que se supo en los medios de información y también como lo ha denunciado el regidor independiente Nabor Rojas, en la muy cuestionada administración municipal pasada hubo un acuerdo que está por caducar el 31 de diciembre en el cual el Club Pachuca no desembolsa dinero para asumir sus obligaciones fiscales de pago de predial y permisos por venta de cerveza en el estadio; la polémica hizo saber que el pago se hace en especie y consiste esencialmente en otorgar a la alcaldía balones, boletos, la presencia de jugadores en eventos y becas en la Universidad del Futbol y Ciencias del Deporte. No solamente es indignante que un negocio lucrativo se maneje de ese modo pagando en especie, trato que la autoridad quizá no tiene con nadie más; no podemos imaginar a un ciudadano, por más importancia que se le dé, pagando con cacahuates o con pastes cuando la ley obliga a un pago en efectivo.
Algo que tampoco se debe soslayar es la imperante opacidad de estas operaciones que debieran ser transparentes por ley, muchos ciudadanos nos debemos estar preguntando a dónde van a parar los boletos, las becas y balones (la respuesta ante la opacidad supone que los funcionarios municipales han de acudir gratis al estadio gracias a este acuerdo), además de querer saber si acaso algún jugador de los Tuzos ha hecho presencia en actos oficiales que favorezcan a la sociedad.
Sumado a lo anterior, brotan otras preguntas como: si el Grupo Pachuca paga sus servicios de agua y luz, ya anteriormente se han confrontado con CAASYM cuando se ha tomado la decisión de suspender los servicios de agua en el Estadio Hidalgo; otra buena pregunta es si acaso el ayuntamiento y Seguridad Pública del Estado están obligados o comprometidos a brindar servicios de seguridad (de vialidad es algo ineludible) en dicho estadio durante los partidos, y si esta situación desprovee del servicio a barrios y colonias en donde podrían desatarse los delitos los días en que hay partido de futbol. Por último, cabe preguntar cómo será la relación con el municipio de San Agustín Tlaxiaca, en cuyo territorio están las instalaciones del club y su universidad, en dónde debe pagarse el impuesto predial respectivo.
Si bien el futbol puede honrar a esta ciudad y la institución la representa dignamente en lo deportivo, también le debe mucho a los aficionados que mayormente viven en Hidalgo, quienes fielmente acuden al estadio y consumen la mercadería promocional del club. Viéndolo constructivamente, el Club Pachuca goza de un prestigio que debe cuidar y enmendar, puliendo esa imagen en donde incluso muchos consideran existe la prepotencia, como ejemplo está el episodio difundido en medios de información en donde Andrés Fassi, director deportivo del Club, acudió al final de un partido contra Santos a reclamar y a amenazar al árbitro, de lo cual no fue sancionado. Si el Grupo Pachuca es una empresa ejemplarmente exitosa, en donde ha invertido su dinero Carlos Slim y se ha hablado en la Universidad de Harvard de su modelo de negocios, esta mala imagen le resta muchos méritos.