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No alcanza
CIUDAD DE MÉXICO, 27 de febrero de 2017.- La gran pregunta que un gobernante de un territorio debe hacerse es: cómo crear identidad, cómo hacer que en la identidad todos los ciudadanos estemos unidos para cambiar las cosas o estemos unidos para salvarnos. Esa interrogante tiene respuestas, no tan simples pero lúcidamente aplicables: la creación de identidad está en reconocer y forjar la propia la cultura y en la historia. Todo empeño crítico para que la cultura y la historia sean atesorados por los hidalguenses, promueve la identidad y la multiplica con el orgullo.
Pero dónde están los hidalguenses, obviamente están en Hidalgo, en nuestro territorio, en el campo y la ciudad; pero también hay hidalguenses que han tenido que salirse de la cerca que son los límites estatales, fuera de la cerca están ciudadanos que se fueron a la Ciudad de México a estudiar o trabajar, que están en Veracruz porque allá hizo falta mano de obra del campo, otros en Querétaro o Monterrey porque allá había empleo y oportunidad de estudio para profesionistas, algunos hidalguenses se fueron a la zona metropolitana del Valle de México, donde para alcanzar un empleo, medianamente pagado o debajo de la medianía, poblaron cinturones marginales de Ciudad Nezahualcóyotl, Chalco, Chimahuacán, Ixtapaluca, etc.
En estos momentos, la mayor parte de los hidalguenses en el exterior habitan en los Estados Unidos de América, expulsados de la cerca por la miseria donde nacieron y crecieron, aventureros pero muy arriesgados para llegar a inhóspitos lugares; es encomiable su lucha, sobre todo hay que reconocer a aquellos que ponen en alto el orgullo de su identidad (esperando que sean mayoría), conocen su cultura, están orgullosos de lo que comen, si son huastecos o serranos sin duda son bailadores de huapango, si son otomíes hablan su lengua materna y tratan de enseñarla a sus hijos.
Además de todo son muchos los migrantes que hacen que a sus familias que aún viven en Hidalgo reciban recursos económicos y gastan lo que han ahorrado aquí, además son benefactores de obras comunitarias como escuelas, carreteras o la construcción de templos. He tenido la fortuna de conocer comunidades en donde los varones salen hacia Estados Unidos para obtener allá lo necesario para construir en su lugar de origen una casa habitación y traerse una camioneta, si acaso tener para un changarro, después de esa meta no queda más que volver felices a México a tener progenie y a seguir viviendo en armonía con sus padres y en la comunidad que los vio nacer.
Los migrantes, al haber sido desplazados han sido constructores de identidad, inconscientemente conocen el riesgo de que la maquinaria mediática norteamericana les arrebate su forma de ser, más conscientes son al defenderse en contra del odio racial y al exigir sus derechos, por ello los emigrantes son sectores consolidados que forman clubes de apoyo mutuo. Es así como los migrantes sostienen su cultura y a la vez están haciendo la historia, son más portadores de identidad que muchos hidalguenses que nos quedamos y nos desunimos, además actuamos impasibles ante los problemas de otros paisanos que se quedan.
La semana pasada el padre Angel Solalinde visitó la Universidad La Salle Pachuca, el auditorio estuvo colmado y la respuesta del público fue de escucha atenta, el personaje lo merecía pero también el tema. Solalinde esgrimió las más bellas razones sacadas de la Biblia en donde José y María son afligidos migrantes y también después con Jesús, el cual era amenazado de muerte por Herodes, cómo es que esa necesidad de andar en el camino ha sido una constante para los seres humanos, pero que sin ella no seríamos lo que hoy somos.
Lo mismo llega a mi mente cuando recuerdo que la historia antigua de Anáhuac, del México prehispánico, revela que las tribus nahuatlatas peregrinaron desde Chicomostoc hacia diversos sitios, una de esas tribus fueron los aztla-toltecas o aztecas, otros grupos humanos como los otomíes caminaron por siglos hasta encontrar su nicho y tierra habitable. Igualmente Hidalgo fue poblado de conquistadores, pero otros hispanos no lo eran, se volvieron migrantes y asentaron su nueva vida en estas tierras. De eso está hecha nuestra historia y nuestra cultura.
Solalinde argumentaba que si todo ello nos era comprensible, por qué no nos era humano, por qué hemos de actuar inmutables ante el éxodo centroamericano. Es una enorme sinrazón el atropello a los derechos humanos de los migrantes centroamericanos en México, como lo es el de mexicanos que emigran a Estados Unidos, pero también Solalinde aclara que para algunos gobernantes como para otros mercenarios, los migrantes son un negocio, de ahí se desprende la prostitución, el robo o incluso las empresas funerarias que esperaban hacer autopsias y dar servicios funerarios.
La política ha sido tan poco comprensiva con las causas de la emigración, si sabemos que Trump no comprende este hecho de forma humana, la respuesta esperada es que desde México la tengamos con los emigrantes nuestros y los ajenos, los centroamericanos y caribeños que buscan pasar por este territorio, antaño amigo de los exiliados políticos.
El estado de Hidalgo es tierra de paso para migrantes, tanto en los Llanos de Apan como en el Valle de México y en la zona de Tula pasa el ferrocarril conocido como “La Bestia”, resalta la presencia de personas con acento centroamericano y un albergue en la zona próxima a la refinería de Tula, resalta una solidaridad de muchos ciudadanos pero también ha existido la indiferencia y en otros casos el odio generado por el miedo al desconocido.
A pesar de todo lo que hoy padecemos, Solalinde dice que la política migratoria de Donald Trump es una gran oportunidad de que los mexicanos nos reconciliemos y podamos andar unidos ante estas pesarosas situaciones. Es el momento clave en el cual pueda cesar la carga de problemas y caos generado por las estructuras de poder (él reconoce que incluso la iglesia ha sido responsable), paralelo al tráfico de personas hay situaciones de lenocinio y tráfico de drogas y armas, debido a que los grupos criminales tienen todas estas actividades como líneas de acción.
La charla dada por Solalinde tuvo como título “Migración, coyuntura del cambio”, lo cual es un buen colofón para todos los mexicanos ante estos problemas.