
Ráfagas: Simey, la burla
PACHUCA, Hgo., 29 de agosto de 2016.- México es una nación elogiada en el mundo por considerarse “megadiversa”, es decir que posee una diversidad biológica única, mucho se le debe a la ubicación geográfica. A lo anterior debemos sumar características relacionadas con elementos atmosféricos, geológicos y del agua, con lo que México posee también fervientes características que forjan la interacción del medio y el hombre.
Esta diversidad hace que también México resalte por una diversidad cultural igualmente elogiosa, cuando a pesar de todo tenemos más de 60 nichos culturales representados por los grupos indígenas y la presencia de culturas que emigraron a nuestro país. Vivimos en una era en la cual el aprecio por la diversidad cultural de México ha dado un giro interesante, pues antes la ideología nacional consideraba que las culturas indígenas eran atrasadas y que se requería que abandonaran su identidad y cultura (con su lengua, vestimenta y otros hábitos) para “salir del atraso”.
La diversidad natural, cultural, hidrológica y ahora la geológica han sido preocupaciones de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), organismo que ha tenido que medir los riesgos que los cambios recientes suelen mermar al patrimonio, para ello se ha creado la más clara visión para su salvaguardia; es la visión de patrimonio, que para ser precisos, el patrimonio es algo que nos llena de orgullo, es en sí la autoestima colectiva, el aprecio que tenemos por los valores regionales y la obra que nos ha sido legada, ya sea por la naturaleza o por seres humanos que nos antecedieron.
Hay que reconocer que México ha hecho una magnífica labor en favor del patrimonio, es una nación que posee hasta la fecha 34 sitios inscritos en la lista del Patrimonio Cultural y Natural, con lo que ocupa el sexto lugar en el mundo y el primer lugar en el continente americano, además tiene 9 elementos protegidos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Intangible. De igual modo el trabajo de la gestión de la cultura ha hecho que México destaque en los programas Memoria del Mundo, en la Red de Ciudades Creativas y la Red Mundial de Geoparques.
El territorio de Hidalgo corresponde a un 1.1% del territorio nacional, sin embargo es verdaderamente magna su presencia en el imaginario nacional, pues en ese pequeño territorio hay expresiones de la diversidad natural y cultural que rebasan la proporción de la pequeña extensión geográfica del estado. Las civilizaciones antiguas y las actuales dejan a Hidalgo con un buen signo de presencia en lenguas y cultura indígenas, tradiciones, música, monumentos históricos, cultura gastronómica, flora y fauna, paisajes naturales, recursos geológicos e hidráulicos.
En el mismo tenor que la presencia de México en el mundo por su cultura ante la UNESCO, Hidalgo tiene ya dos sitios en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad: el paso del Camino Real de Tierra Adentro en dos puntos dentro de Tepeji del Río y el Complejo Hidráulico Acueducto del Padre Tembleque; paralelamente al acueducto se hicieron los esfuerzos para que la obra de Fray Bernardino de Sahagún fuera incluida en el programa Memoria del Mundo, mientras que se avizora la declaratoria en septiembre del primer Geoparque en México, el denominado Comarca Minera.
Me atrevo a pensar que al menos dos sitios más y dos patrimonios intangibles pueden ser en un futuro tomados en cuenta por la UNESCO para inclusiones en las listas, no sería desatinado también luchar porque Hidalgo tenga alguna declaratoria de Ciudades Creativas próximamente. Estos reconocimientos internacionales de la humanidad son promisorios para el desarrollo social o humano, visto como un perfeccionamiento integral de la cultura, el aspecto económico y la protección del medio ambiente entre otros.
El patrimonio nos ha dado mucho, sobretodo orgullo cuando hablamos del huapango, de la barbacoa, de la torre del reloj de Pachuca, de la ciudad arqueológica de Tula-Xicotitlan, cuando bebemos pulque y comemos pastes o barbacoa, cuando contemplamos paisajes o cuando visitamos pueblos mágicos. Sin embargo hay patrimonios en riesgo de perderse y hay alarmas verdaderas cuando vemos las condiciones de zonas naturales, poblaciones indígenas y sitios en donde reside el patrimonio material e inmaterial.
La pregunta es por qué si es un patrimonio, y si por ende es importante, no lo hemos puesto en valor, por qué nuestras autoridades, por lo regular, mucho lo presumen y poco lo apoyan, el reto es de la nueva administración que encabezará pronto Omar Fayad Meneses. El gobierno que se ocupe fehacientemente de salvaguardar la naturaleza, la cultura y el arte como aspectos del patrimonio y ponerlo en valor con beneficio a la sociedad entrará por una digna puerta a la historia.
Dicho con ánimo jocanti
Esta es la tercera aparición de esta columna de opinión en Quadratín Hidalgo, agradezco a quienes empiezan a seguirla y a la agencia y a su director por el espacio que me brindan.