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Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
PACHUCA, Hgo., 15 de enero de 2018.- Una vez analizado, en la entrega anterior, el punto acerca de las oportunidades que trae la inversión de Grupo Modelo (AB InBev) en los Llanos de Apan y sus 14 mil millones de pesos, y en el umbral de la celebración de los 149 años de nuestro Estado de Hidalgo, conviene abordar más aspectos entre la historia y tradición pulquera de la región y su relación con la industria cervecera.
Como bien sabemos, las civilizaciones han emergido acompañadas de una cultura alimentaria y en especial la de la bebida: cabe decir que la Europa mediterránea tiene un compás en torno al cultivo de la vid y las fábricas de vino, del mismo modo la cultura egipcia inició la cultura de la cerveza que fue llevada por diversos personajes, entre ellos los monjes, a las naciones europeas. Todo un parangón se marca en la civilización americana que tuvo un desarrollo en torno a la siembra del maguey y la producción del pulque, bebida indispensable en un ecosistema en donde no existe abundancia de agua y el maguey aporta el líquido que los pueblos requieren para subsistir, y es que el pulque ha sido bebida y alimento de los grupos humanos desde tiempos ancestrales, por más que se diga que era una bebida sagrada y exclusiva de nobles.
Fue en la etapa virreinal, alrededor de 1730, cuando al formalizar cultivos agrícolas de maguey, otrora silvestres, es cuando surgen las haciendas pulqueras en la región conocida como los Llanos de Apan, momento en que el conde de Tepa, el conde de Xala y el conde Romero de Terreros alcanzan sus títulos nobiliarios gracias a las ganancias del pulque, el último de ellos abandona su labor magueyera para dedicarse a la minería. El impacto de la industria es exorbitante, los dueños de la producción inician sus haciendas con palaciegos cascos y además son poseedores de palacios en la Ciudad de México, Sevilla y en Madrid.
La mano de obra especializada en el manejo del maguey y las condiciones de un clima capaces de producir los mejores magueyes van delineando la necesidad del sistema de transporte para llevar eficientemente el producto hacia los consumidores, sistema que alcanzaría la cumbre un siglo después con la llegada de los ferrocarriles. El resultado es que en la región llegan a operar más de un centenar de haciendas. Dimensionar esto nos llevaría a pensar que tal cantidad de haciendas es equivalente a tener hoy en día una exagerada cantidad de fábricas del refresco más bebido en la actualidad en una misma región.
En 1869, durante la reconstrucción nacional y luego de algunas hazañas históricas protagonizadas por los casi-hidalguenses, surge nuestra entidad, la clase aristocrática que cuajaría durante el Porfiriato se compone de grandes productores de maguey dueños de haciendas y beneficiarios de una gran tradición mexicana, ellos son quienes pagan los impuestos que dan esplendor a una nueva época de palacios y monumentos encabezada por Porfirio Díaz, también del llamado progreso tecnológico que llega con medios de transporte.
La Revolución Mexicana no toca las haciendas pulqueras de Hidalgo, pues son necesarias para la vida del país, a pesar de que son evidencias de la explotación de los ricos sobre los pobres durante el Porfiriato, pero hay voces que consideran que el alcohol entre los mexicanos es una falta a la moral y causa del atraso, inicia la lucha ideológica contra el pulque, Francisco Villa detestaba todos los tipos de bebidas alcohólicas e implementaba la prohibición del consumo, algunos revolucionarios veían al pulque como símbolo de la opresión de los ricos sobre los pobres, José Vasconcelos consideraba necesario que desapareciera el pulque, pues no creía que fuera parte de nuestra cultura.
Un México moderno en plena revolución clama por una reforma agraria, se deshacen latifundios que otrora eran sistemas económicos injustos para los trabajadores, así se acaban haciendas henequeneras, arroceras, cañeras y pulqueras. La revolución sigue su cauce buscando que los mexicanos fuésemos modernos, que usemos aparatos eléctricos, que comamos productos industrializados aparentemente inocuos, incluso se vende la cerveza en botella transparente para hacer notar que no tenía impurezas en contraste con el blanco pulque. La industrialización se vuelve un asesino de la tradición y un juego en el que las ganancias quedan en manos de pocas personas, contrario a lo tradicional que daba ganancias a muchos mexicanos y les daban una tarea de vida.
México resiste, siguen las aguas frescas en las calles, sigue el pulque vendiéndose, pero se asoman los enemigos, aparecen los refrescos y cervezas embotelladas, se venden incluso como productos medicinales, más tarde aparece el pan industrializado en rebanadas como un intento para que las mujeres dejaran la cansada tarea de ir por masa, a veces escasa, y hacer las tortillas día con día, pero el pan nunca ha podido sustituir a la tortilla, en aquel momento el pulque no pudo ser vencido por la cara cerveza. El mito de la muñeca que hacía creer a la gente que el pulque se fermentaba con excremento era más para las nuevas generaciones que con incredulidad en el pulque, sumado al clasismo imperante, optarían por lo moderno.
En los Llanos de Apan los campesinos se enfrentaban o se posicionaban en la vida moderna, eran aparentemente dueños de la tierra y tenían la libertad de sembrar lo que quisieran, llegó entonces quien les ofreció la posibilidad de sembrar cebada, también les financió la maquinaria y les hizo notar que el maguey era inconveniente para su cultivo pues ahí se escondían plagas, así que inició el doloroso episodio en donde con máquinas agrícolas empezaron a arrancar magueyes a diestra y siniestra. Algunos campesinos no vieron buenas opciones de seguir trabajando el campo, inicia el éxodo a la Ciudad de México o a los Estados Unidos, diáspora que se frena un poco con el surgimiento del complejo industrial de Ciudad Sahagún en los años 50´s.
Continuaré la semana próxima con este relato y una reflexión.