(W) Ecos Sindicales: Razonamiento Matemático
Desde hace al menos tres meses, Mario Delgado recorre la república.
Ha hablado con líderes reales de la izquierda, con gobernadores cercanos al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) e inclusive militantes de otros partidos.
A unos les pide información sobre cómo ven al partido gobernante.
Concluyen: sin orden, sin estructura, sin militancia real, sin capacidad para ser opción real en las contiendas electorales aunque el impulso les haya dado victorias sonadas.
Con otros, con sus amigos, sí se abre:
-Quiero dirigir Morena.
-Pues trabaja y habla con quien debes. Preséntale un proyecto muy claro sobre cuáles son tus intenciones y cuál sería la ruta para ofrecer los mejores resultados.
Y sí, ha conseguido los suficientes apoyos.
Es de suponerse: efectivamente ya tuvo el encuentro con quien decide en Morena y en la república y una ola similar a la de Alejandro Moreno Alito en el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
No en balde el líder parlamentario Ricardo Monreal y el gobernador chiapaneco Rutilio Escandón se han decantado públicamente por él, como pronto lo harán otros cuadros de valor.
UN PROYECTO CONVINCENTE
Sin embargo, Mario Delgado debe jugar las reglas de ya saben quién.
Si en 2015 exhortó a los aspirantes a la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal a buscar la candidatura, ahora es igual cuando se acerca la sucesión de Morena.
Entonces fueron varios los contendientes por la postulación: el propio Mario Delgado, el zacatecano Ricardo Monreal, la capitalina Claudia Sheinbaum…
Es el esquema.
Ya saben quién ha dado impulso a Yeidckol Polevnsky, a su vieja amiga Bertha Luján, ahora a Delgado y tal vez luego aparezca alguien más.
¿Por qué las preferencias por Delgado?
Porque superó los escollos al instalarse la actual Legislatura, ha mantenido vertebrada a su fracción, ha sumado votos de otros partidos… y su plan para hacer de Morena un partido nacional.
El tabasqueño le ha comprado el proyecto.
Pero él y todos los involucrados lo saben: ahora hay tres aspirantes palomeados y un sólo voto verdadero.
ALITO Y LA SOMBRA MEADE
La subida a Monte Albán parece imposible.
La sinuosa y estrecha carretera está convertida en un gran estacionamiento de automóviles y camiones -sobre todo camiones-, consecuencia de un turismo esplendoroso, rebosante de Guelaguetza.
La gente sube y baja a pie muchos kilómetros.
-¿Cómo se logró esta recuperación?
-Con paz y crecimiento -responde el gobernador Alejandro Murat. Traemos una tasa de 3.9 por ciento en nuestros producto y a esta buena noticia tenemos otra que pronto difundirá Coneval: ha bajado la pobreza en Oaxaca.
Habla del apoyo de Andrés Manuel López Obrador, de los prlanes conjuntos estado-federación para crecer y subraya: “Estamos sentando las bases para la industrialización”.
En lugar de competir por proyectos, dice, “he decidido sumarme… De todos modos él va a hacer las cosas, conmigo o sin mí. Yo prefiero ser parte”.
La plática deriva hacia la crisis de los partidos y la contienda interna del PRI, por cuya competencia se muestra entusiasmado.
Y dice por qué se decantó por Alejandro Moreno Alito:
-Es un asunto de reflexión. Sin duda tuvimos un excelente candidato presidencial, (José Antonio Meade), pero no prendió.
Con aquel ejemplo, ahora se decantó Alito, compañero de generación, para no repetir la suerte de 2018.
-A él le tocará el esfuerzo de ir por tierra.