
Ráfagas: Yerros tricolores
@OswaldoRamirezG
Desde hace un par de semanas la incertidumbre por la entrada del Guadalupe-Reyes puso en alerta a las autoridades a nivel nacional, las cuales pese a la contingencia y medidas implementadas saben que no toda la sociedad (si no es que la mayor parte de ella) es consciente de aplicar a rigor las medidas precautorias para evitar contagiarse de covid-19, y es que aceptemos algo la necesidad de aquellos que no tiene la fortuna de hacer home office y un sueldo seguro es uno de los principales factores por los que el flujo de tránsito es constante tanto en las ciudades grandes como en los municipios y localidades más pequeños.
Con este antecedente y con las medidas contradictorias que algunas entidades federativas e instancias han promovido, vivimos en la incertidumbre de dudar ya no solo de los discursos políticos, sino de la tabla de colores en que según Secretaría de Salud, el color preventivo covid se encuentra en naranja en gran parte del país. Un naranja que huele a rojo, rojo de alerta no solo porque los cambios climatológicos acentúan enfermedades respiratorias esta temporada, sino por la imprudente costumbre del mexicano promedio de saltarse las normas como los colores del semáforo vial, con tal de disfrutar un momento de rejuego. Digo esto cuando aún recuerdo el que por lo menos tres veces en la semana escuché mariachis y jolgorios vecinales de más de veinte personas como asistentes, y que pese a los llamados de las autoridades los parroquianos responden que se trata de reuniones pequeñas (si pequeñas de más de veinte personas).
Precisamente ello en alusión al 12 de diciembre, día de la Aparición de la Virgen de Guadalupe, cuestión que nos trae a reflexionar y por qué no decirlo a tener un poco de fe en esta sociedad. Ello debido a los resultados de las medidas de contingencia sanitaria con motivo de esta festividad. No solo en el Tepeyac en la Ciudad de México, sino en la capital hidalguense vimos que dichas medidas dieron resultados aparentemente favorables.
Cabe mencionar en Pachuca La Villita, que este año cumplió 68 años de construcción. A decir de su origen data desde 1596, no obstante su historia contemporánea nos remonta a principios de siglo XIX pues desde 1907 existía una ermita dedicada a la Virgen de Guadalupe; en 1923 un cursa de apellido León amplía el espacio de adoración y eleva su carácter a parroquia. Sin embargo no es sino hasta el 2 de febrero de 1952 cuando Monseñor Arsega, arzobispo de la región decide emprender la construcción de lo que hoy se conoce como basílica menor. Finalmente es hasta el 17 de septiembre de 2004 cuando a anuncia formalmente su elevación a basílica menor y la consagración del edificio con el nombre de Santa María de Guadalupe.
Esta breve reseña sirva para ilustrar que el pasado sábado, no solo en la villita si no en los templos católicos en general vimos espacios vacíos. En su lugar, los fieles escucharon misa a través de radio, televisión e internet, donde se trasmitieron y oficiaron servicios religiosos a puerta cerrada con motivo de dicha aparición. Esta misma situación aconteció en la Basílica del Tepeyac, la cual se mostró en imágenes en redes sociales limpia de procesiones y en una alusión al acatamiento de las medidas de contingencia, las autoridades agradecieron dichas acciones por parte de los feligreses católicos, pero a pregunta interesante a responder es ¿Fue por recomendación de las autoridades esta ausencia o por el llamado de las autoridades eclesiales?
Esta sorpresa para propios y extraños que dudaban que el llamado podría dar resultados favorables alienta a la esperanza de que debido al recrudecimiento de los contagios la sociedad paulatinamente al fin esté tomando consciencia, al menos de manera parcial; el siguiente paso será generar mayor conciencia para que no existan reuniones innecesarias, aun si esto nos hace extrañar sobremanera posadas, convivios de cierre de curso en escuelas y oficinas. La aparente victoria de las autoridades en el acatamiento de estas medidas el pasado 12 de diciembre tiene en los siguientes días un mayor reto; el conservar o mejorar estos resultados, a sabiendas de que a partir del 16 de este mes comienza la temporada formal de posadas y festividades navideñas, salidas y visitas a familiares y amigos, que habitualmente, es decir antes de la nueva normalidad se tenía acostumbrada. Veremos si tanto la sociedad como los centros comerciales y locales extreman medidas para que tanto la compra de regalos como la de bacalao y romeritos para nochebuena se hagan en el mayor orden posible.
La pandemia y sus efectos han representado retos de civilidad y educación tanto para nuestras autoridades políticas como para nosotros como sociedad responsable, ahora solo como un salto de fe esperemos ver más congruencia por parte de todos los niveles administrativos, así como sanciones severas para aquellos que desacaten las disposiciones de la nueva normalidad, normalidad que a decir de la situación jamás llegará a ser posible en tanto no nos eduquemos. En tanto ello pasa, afilaremos oídos, vista y demás sentidos para ver la entrada “triunfal” de nuevas administraciones municipales y ayuntamiento en el estado de Hidalgo.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.