Subestimando a la presidenta
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de agosto de 2016.- La noticia sobresaliente de la elección de Alejandra Barrales como nueva líder nacional del PRD es que es perredista.
Por lo general ese partido ha tenido en su presidencia a priistas, obviamente resentidos con su partido de origen y en no pocos casos con el mundo.
Barrales “nació” en el PRD y eso, al menos en teoría, la llevará a cuidarlo porque es su casa, no una estación de tránsito a la que se llega con la misma facilidad con que se abandona.
La gran pregunta es qué va a hacer Barrales de cara a las próximas elecciones, dado el deterioro electoral de su partido.
¿Van solos para reivindicar su posición hegemónica en la izquierda? ¿Van con el PAN? ¿Se alían a AMLO y en consecuencia se subordinan a él y a Morena?
Barrales no tiene toda la decisión, pues ella llegó ahí por acuerdos entre las corrientes que la apoyaron, y todas tienen intereses.
Los Galileos quieren ir con el PAN para que Acosta Naranjo pueda ser gobernador de Nayarit.
Otros prefieren subordinarse a Morena porque su corazón es lopezobradorista.
Bejarano, quien encabeza un poderoso grupo dentro del PRD, es una muestra ejemplar de la lealtad al caudillo: nunca dijo para quién era el dinero que recibía en maletas de parte de un empresario contratista del gobierno del Distrito Federal, cuando era secretario particular de López Obrador.
La respuesta es obvia, se infiere, pero de la boca de Bejarano no salió jamás una palabra que habría sido el final de la carrera de López Obrador.
A cambio, Bejarano recibió frío de su jefe, que salvó su imagen por encima de la de sus amigos y subordinados. Así es la política y el hombre de las ligas aguantó vara en silencio.
Nueva Izquierda sigue siendo una corriente fuerte dentro del PRD y desde luego no se sentiría cómoda bajo el alero de Morena, ya que de ese partido y de su líder han recibido los peores insultos que hayamos oído.
López Obrador desprecia a “los Chuchos” profundamente, casi tanto como ellos lo desprecian a él, porque son diferentes y ven al país de una manera distinta.
Si por Nueva Izquierda fuera, su alianza sería con el PAN, en aquellos casos donde tengan posibilidades de ganar. Son pragmáticos y buenos jugadores.
Y otro grupo, importante, está por retomar el rol de partido principal de la izquierda, con perfil propio, alejado de caudillismos y fanatismos ya rebasados en América Latina.
La opción de este núcleo es la candidatura presidencial de Miguel Ángel Mancera, quien por su parte no aspira a ser un candidato “testimonial”, sino ganador.
Otras posibilidades son el gobernador michoacano Silvano Aureoles y el senador por Guerrero, Armando Ríos Piter.
Seguramente no van a ganar ahora la Presidencia, pero van a salvar al partido.
Y López Obrador se puede reventar en esta elección si la pierde nuevamente.
Morena, sin AMLO, no es nada.
La apuesta de Barrales y del PRD podría ser, con sentido histórico, más allá del 2018.