Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
CIUDAD DE MÉXICO, 17 de junio de 2016.- Estos días hemos sido testigos de un espléndido debate sobre el Sistema Nacional Anticorrupción, que habla de una salud democrática vibrante y participativa en el país.
Salvo algunas exageraciones retóricas -más para llamar la atención que para opinar-, hemos presenciado una discusión genuina sobre las tareas del Estado para aminorar el peso de la corrupción que a la gran mayoría resulta insoportable.
Enhorabuena. Nuestra madurez democrática ha dado una ejemplar muestra de crecimiento.
No fue un asunto de políticos únicamente. El Sistema Nacional Anticorrupción movilizó a la sociedad civil con propuestas, tomas de posición, debates en el Congreso, los periódicos, las radios, los cafés, y hasta vimos en el Ángel de la Independencia a los representantes de Coparmex.
Como en toda discusión democrática, nadie gana en el cien por ciento de sus propuestas, pero se ha dado un paso extraordinario hacia la transparencia, como lo manifestaron ayer dos promotores del cambio que, desde la sociedad, han dedicado sus esfuerzos para que el país mejore: Mauricio Merino y Juan Pardinas.
Lo que salió del Senado es muy positivo, aunque obviamente hay aspectos del Sistema Nacional Anticorrupción que es preciso corregir. Para eso está la Cámara de Diputados o el veto presidencial.
Como apuntamos en este espacio la semana pasada, si se aplica el 3de3 al sector privado se va a paralizar el país. No puede prosperar el artículo 32 de la Ley General de Responsabilidades Administrativas.
Un grupo de senadores del PAN había propuesto eso que conocemos como 3de3 plus. Aunque tenía cierta lógica, pues la corrupción no sólo viene del sector público sino también del privado, es impracticable.
El PAN retiró su iniciativa y literalmente de la noche a la mañana un senador independiente, muy identificado con el PRI, la propuso en la madrugada del miércoles y los senadores la aprobaron.
Pero es impracticable. ¿Le vamos a decir a los inversionistas extranjeros que traigan empresas a México, pero que entreguen la declaración de bienes y conflicto de interés de sus directivos a un órgano ciudadano que va a fiscalizarlos?
Ya vimos que algo tan privado como el padrón de electores apareció íntegro en internet, con los datos personales de 80 millones de mexicanos.
¿Quién va a confiar en que sus propiedades, acciones y datos fiscales permanecerán en reserva si están en manos de un grupo de personas, por honorables que sean? Se van a invertir a otro lado. O no le venden al gobierno.
Ta y como está la redacción del artículo 32, tendrían que presentar su 3de3 los casi 35 millones de mexicanos que reciben subsidio del gobierno. ¿Declaración fiscal de doña Chonita que está en el padrón de adultos mayores, o no hay ayuda? Una locura.
El que surte garrafones de agua a las oficinas del municipio, o a la escuela del pueblo, ¿su 3de3 por si es pariente de algún ujier o maestro?
Se les fue la mano. Cometieron un error. La Cámara de Diputados deberá enmendar.
Pero ese desajuste, ciertamente grave, no borra lo que ha sido una jornada democrática de la que debemos sentirnos orgullosos.
Si el debate sostenido ayer en Atando Cabos entre Pablo Escudero y Juan Pardinas es una señal de cómo viene el relevo generacional en la toma de decisiones en México, podemos estar tranquilos. Hay futuro.