Ráfagas: Otra más de la CAASIM
CIUDAD DE MÉXICO, 10 de octubre de 2016.- Luego de atestiguar por semanas y meses el lamentable desempeño del que sin duda es el peor candidato posible que la unión americana pudiera haber tenido en su historia moderna, al parecer, por fin la gente que encabeza el conservador Partido Republicano estadounidense ha comenzado a deslindarse.
¿Por qué hasta ahora? No lo sé a ciencia cierta y al respecto hay varias hipótesis, pero es claro que muchos aguantaron hasta donde les fue posible, tal vez con la esperanza estéril de que moderara y mejorara el desempeño de su candidato, el candidato del encono que muy al estilo de políticos de partidos gubernamentales mexicanos, se ha dedicado a denostar a su contrincante con falacias, oscuro marketing político y crispación mediática de un sector de la sociedad de menor nivel de preparación, sector que es más fácilmente manipulable, con la ventaja de que en los Estados Unidos, los medios masivos son mucho menos corruptibles que en nuestro país, lo cual hace sus procesos de mayor claridad y transparencia.
Prominentes Republicanos como la ex Secretaria de Estado, Condoleeza Rice, el racista (aunque más dosificado) John McCain y el locuaz “exgobeneitor” de California, Arnold Schwarzenegger, públicamente le retiraron el pasado fin de semana su apoyo, después del más reciente escándalo, el de nuevas declaraciones misóginas del deslenguado de moda. Algunos medios que abiertamente apoyan a ese partido, como Fox News que por meses fue 100% pro-Trump, a menos de una hora para el inicio del debate del domingo pasado, admitían que a menos que el orate magnate lograra aplicarle un demoledor gancho al hígado a Hillary, que la hiciera tartamudear, doblarse y titubear, la carrera presidencial ya se había terminado.
Lo cierto es que la indignación sobre su candidato presidencial llegó bastante tarde, a un mes de la elección; La revelación del video en que Donald Trump habla de cómo manosea a las mujeres, se les tira encima para besarlas sin importarles si quieren o no, al parecer, sí logró ser la gota que derramó el vaso. El partido republicano y su gente aun a pesar de todas las señales, indignamente continuaban apoyando con su silencio a una personalidad vergonzosa y despreciable, pero por conveniencia política optaron por simplemente mirar a otro lado.
En realidad no querían desperdiciar el maligno capital político representado por un inmensa cantidad de votantes a los que no les disgusta un candidato que ofende e insulta a los inmigrantes, mexicanos, latinos, afroamericanos, mujeres, inmigrantes y musulmanes, seguidores atraídos por un mensaje de odio que lamentablemente está incorporado en el discurso de ese sector que cada vez es más dominante dentro del Partido Republicano.
Es hasta ahora que los políticos republicanos recordaron que son esposos, padres y madres de hijas, pero no lo hicieron cuando Trump se burló de la cara de su rival, Carly Fiorina, en la elección primaria, o cuando dijo que la periodista Megyn Kelly le hizo una pregunta difícil porque estaba menstruando.
Su desesperada apuesta en este momento “estratégico” de resignada derrota en cuanto a la presidencia, es lograr una -muy poco probable- mayoría Republicana en el Congreso, gracias a ese funesto capital político. Los republicanos crearon buena parte del lodazal al cual Trump contribuyó haciendo su aporte, y aceptaron ensuciarse con el candidato bajo cualquier pretexto. No creo que sea ya a tiempo para ese arrepentimiento. Calcularon mal su juego y les va a salir bastante caro puesto que las manchas son profundas y cada día más personas, especialmente féminas, retiran su apoyo al partido del elefante.