Ráfagas: Otra más de la CAASIM
CIUDAD DE MÉXICO, 5 de septiembre de 2016.- Ríos de tinta e indignación han corrido después del inédito, insultante y catastrófico encuentro entre el candidato republicano a la presidencia gringa y el jefe del ejecutivo mexicano en la residencia oficial de Los Pinos.
Ahora sabemos sobre la paternidad de este criminal error político, su autor intelectual; Luis Videgaray, el (¿todavía?) secretario de hacienda, quien tuvo la tremenda “ideota” de convocar a Trump disfrazando la invitación como un pretendido movimiento estratégico que mostraría la disciplina y el sometimiento oficialista ante las políticas monetarias y económicas impuestas por órganos financieros internacionales y basadas en la calificación emitida por Standard & Poor’s, la empresa estadounidense de servicios en finanzas que publica informes sobre investigación financiera y análisis de acciones y bonos, y que actualmente marca la pauta del timón económico de muchas naciones, estrategia que desafortunadamente no pudo resultar peor.
Hablar de las reacciones que este episodio provocó, sería ya por demás, prácticamente todo se ha analizado, sin embargo hay otra perspectiva que vale la pena contemplar. Hace dos semanas en esta columna, comentaba sobre la flexibilización que tenía Donald programada respecto de su discurso en torno a la inmigración y los millones de migrantes indocumentados a quienes desde el inicio de su campaña, hizo blanco de sus críticas y amenazas pretendiendo granjearse la aceptación de muchos votantes xenófobos con reducida capacidad de análisis respecto del beneficio de esta minoría en los Estados Unidos.
La propuesta que Trump impulsaría como un plan de inmigración que supuestamente respondía a la idea del magnate de “lidiar en forma humana” con millones de indocumentados y mejorar la seguridad, fue autoría del conocido abogado de inmigración de filiación republicana de Houston, Jacob Monty, quien presento un borrador que incluso motivó que emocionado, compartiera en su página de Facebook: “Donald Trump es el único candidato con la capacidad y voluntad para trabajar con el Congreso… lidiar compasivamente con la población indocumentada… confío en él porque es un empresario y no político”.
Tristemente para Monty el miércoles pasado después de escuchar el discurso de Trump en Arizona, abandonó su confianza y apoyo al candidato en forma pública al declarar: “Le di a Trump un plan que hubiera mejorado la seguridad fronteriza, expulsado a delincuentes duros y sobre todo, hubiera dado permiso de trabajo a millones de inmigrantes honestos y trabajadores que están en Estados Unidos; Hoy, él rechazó esa idea y por eso debo rechazarlo a él. Se estaba moviendo hacia una solución más pro negocios y más compasiva, pero esta noche dejó de ser un republicano y se convirtió en un Padre Coughlin que demoniza a los inmigrantes. Parece que quiere perder, así que puede hacerlo sin mí”.
Monty no fue el único latino conservador en reaccionar negativamente tras el discurso de Trump, en el que el candidato delineó un plan antiinmigrante de deportaciones masivas y caracterización de los inmigrantes indocumentados como delincuentes y personas nocivas. Son varios los republicanos que le han ido retirando su apoyo, entre ellos los millonarios Mike Fernández, Héctor Barreto y Alfonso Aguilar quienes tienen como común denominador una visión realista, lógica y pragmática, coincidiendo en que no se pueden escudar en la lealtad al partido, puesto que la lealtad a la nación debe ser más importante”.
El hombre pesadilla sigue dejando en el camino las pocas opciones inteligentes que le veíamos y parece ir abonando fuertemente a su propia debacle política apostando por la reacción con el hígado y dando prioridad a sus berrinches y su ridículo y agraviante protagonismo.