Ráfagas: ¿Malos manejos en la Comisión de Búsqueda de Personas?
CIUDAD DE MÉXICO, 10 de enero de 2017.- Ciertamente estamos viendo y viviendo tiempos inéditos, jamás en la historia reciente, y me atrevo a incluir las protestas desde el 68, se había amalgamado tan amplio crisol de integrantes de la sociedad mexicana en torno a un mismo motivo que los ha llevado de forma espontánea y totalmente ciudadana a las calles y a inundar un espacio de expresión y comunicación nuevo y totalmente libre como lo es el internet.
Nada hay que contar ya del inicio de lo que estamos viviendo; Todos sabemos de sobra que la gota que finalmente derramo el vaso y logró que una sociedad tradicionalmente sumisa, apática, casi inerte, despertara con profundo enojo, fue el enésimo aumento al precio de la gasolina, ahora de al menos 20%.
Enrique Peña buscó justificar lo injustificable con un lamentable “mensaje a la nación”, donde expuso argumentos insostenibles y que insultan la inteligencia de la población, hecho que lejos de apaciguar las aguas o darle un respiro, solo alentó aún más la irritación popular.
En las marchas es bien sabido que fiel a su tradición operativa, el estado mexicano en muchos puntos del país, infiltró gente al más puro estilo porril para crear caos e iniciar y alentar actos de saqueo a los que se injustificadamente se suma población que coincide con los desmanes y los aprovecha. Datos curioso es que en prácticamente todos los estados donde se ha dado esto, se saquean las mismas tiendas de las mismas cadenas y no otras, y extrañamente, cuyos propietarios han sido abiertos promotores de costosísimas campañas políticas presidenciales, sin faltar claro la que posicionó al actual estadista que dirige los destinos de este país. ¿Coincidencia? Usted júzguelo.
Lo único cierto es que esta situación intenta desviar la atención del motivo de las protestas, tratando de dirigirla al amarillismo del saqueo con la obvia finalidad de deslegitimar este movimiento, tal como se ha hecho con cada protesta social y usando como herramienta principal a unos cada vez menos efectivos medios masivos de comunicación.
Hipótesis en torno a qué viene, hay muchas, desde las ramplonas predicciones de una violenta revolución hasta algunas mucho más elaboradas en que se estima que un estallido social es lo que el gobierno busca para implantar de lleno todas las reformas, pero además procurando sostener el estallido con la meta de que no haya votaciones en 2018, y evitar una posible reversa a la entrega del petróleo y el resto de los recursos, con la argumentación de que “no hubiera condiciones que garantizaran la realización de las elecciones presidenciales –principalmente-, y con ello mantener el control.
Lo único seguro en este impresionante arranque del 2017 es la incertidumbre; Habrá el pueblo mexicano de armarse de valor e inteligencia para no caer en provocaciones, es imperativo inmiscuirse profundamente en los vericuetos de la política y tomar responsabilidad en el destino de la nación ahora que todo pinta para que las condiciones estén dadas para un verdadero golpe de timón.
La indignación es tan peligrosamente enorme que en la próxima elección, un nuevo fraude electoral como el de 2006 o 2012, ya no sería suficiente, aún a pesar del diseño de relevo que se empuja ya a manos del contubernio de la familia Calderón-Zavala-Videgaray, cuya conformación busca sin tapujos mantener el poder a cualquier costo.