(W) Ecos Sindicales: Operación Panal
Nunca más nuestros hijos vivan cinismo y degradación
Cierto, la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador y MORENA del pasado 1º de julio es de una dimensión inconmensurable, no lo calcularon los mas sesudos y expertos “adivinologos”, no la previó la mafia del poder prianista. Quienes dieron su voto por el más joven y ahora poderoso partido político mexicano, ni en sus más guajiros sueños podían imaginar un panorama como el que se presentó. Es más, le garantizo que ni siquiera el mismísimo Peje soñó en un escenario tan avasallante y pleno como el que hoy respiramos, con un aire cargado de tal cantidad de oxigeno de esperanza, que no alcanzan los pulmones para respirarlo, y no exagero.
Cercano a los 90 años de vida, el régimen depredador encabezado por el tricolor, master de la tranza, apuntalado por su azuloso compinche por décadas, ambos desarrollando una dupla grotesca, demostraron de manera impresionante como siempre era posible superar sexenio a sexenio la capacidad de asombro de su víctima, el pueblo, ante los niveles de saqueo, corrupción, simulación y degradación no solo de la vida política, sino también la inevitable contaminación de la educación popular junto con la erradicación del civismo como asignatura base.
Ejemplos hay muchos de esa degradación social a la que en mucho han contribuido estos nefastos entes, ridículamente llamados en ocasiones “institutos políticos”, de cuyo desempeño se deriva que todos hayamos escuchado en alguna ocasión al menos, frases celebres como: “El que no tranza no avanza”, “Si no me lo llevo yo se lo va a llevar otro”, “La Vicky es bien brava, se robo en 6 meses, más de lo que se robó el Gerardo” “Un político pobre es un pobre político”, ”El Lic. sabe trabajar bien porque roba pero salpica”, “Está bien que robe pero que no se avorace”, “Miguel sabe robar mucho pero es discreto y le reparte a su gente”, “Todos roban, ¿Yo por qué no?”, “Yo a este lo conocí manejando un vochito y ahora es dueño de medio Pachuca” y un sinnúmero de ejemplos que ejemplifican un condicionamiento, adaptación e incluso secuestro de la conciencia y la dignidad de la gente a niveles de Síndrome de Estocolmo.
México,la patría, todavía Hidalgo y muy especialmente Pachuca, vía los puestos de trabajo burocráticos municipales y estatales, han padecido esta nefasta dinámica, a la que tristemente pocos se han opuesto y que la han adoptado y aceptado ya sea participando activamente como peones indignos, sumisos y serviles o en el menor de los males, presenciándolo cobardemente, con pasiva complicidad, so pretexto de conservar sus miserables y mal pagados empleos, con el entendible argumento de ser las únicas posibilidades de ingresos para sostener a sus familias, pero al mismo tiempo condenándolas a ser inmersas en esa misma dinámica que terminaba condenándolos a aspirar a tan solo a esa humillante posibilidad. Estas generaciones de hidalguenses fueron condenadas a observar resignados el paso de un sinfín de “funcionarios” que poco funcionaban para el estado, pero que contaban con la seductora mirada de toda una plantilla de empleados gubernamentales que aspiraban a algún día poderse pasear con algún traje de marca, desayunar en los mismos lugares donde los “altos” des-funcionarios se placean y van a ver y ser vistos. Estos seres de ínfima autoestima, solo logrando puestos donde “el patrón o don fulanito” los bendice con su autorización de cometer toda tropelía posible, logran sentirse alguien y requieren inevitablemente poderse pasear ante todo mundo y especialmente con sus conocidos todos, para que los admiren o aborrezcan, pero les envidien insultantes bienes mal habidos, todos estos producto del “cochupo”, de la tranza, del “bisne”, del negocio con el amigo, del diezmo del proveedor y que los convierte en enfermos de cinismo y descaro, y constituyen todo un reto para el análisis psicológico.
Al ejercito de burócratas peones los lideran los jefes de oficinas, directores de aéreas, subsecretarios, secretarios y etcétera, todos puntualmente convertidos cada elección en parte de una mafia bien organizada que se vanagloriaba de ser “El sistema, un monstruo o maquinaria muy bien aceitada”. Así lo presumió de viva voz la ex secretaria de educación y fallida legisladora, Sayonara, y que constan en un revelador audio de dominio público en redes sociales, donde se constata como los recursos financieros y humanos municipales, estatales y federales fueron siempre y claro también en esta última elección, corrupta e ilegalmente desviados para orquestar por enésima ocasión un terrible fraude vía la compra de votos y voluntades, situación que llegó a un punto tal, que sus impresentables candidatos, su historial delictivo, su pésimo desempeño, sus insostenibles y pésimos desempeños y “propuestas de burla”, no dieran para más.
El motivo no es uno, es una mezcla no fácil de ser determinada en cada porcentaje correspondiente, pero que podemos resumir en un hartazgo social llevado a límites insostenibles (Sí señoras y señores prianistas, sí existía un límite pese a que ustedes apostaban a que el pueblo sería un eterno pendejo, y ni fue lo uno ni lo otro), y por otro lado un tsunami color ocre al que pertenecen millones de personas y voluntarios heroicos con la única arma de la dignidad y la esperanza de verdaderos vientos de cambio y al cual por unos cuanto prietitos en el arroz, han pretendido descalificar inútilmente y que hoy les puso la chinga no solo de sus vidas sino que los inscribe como los brutalmente derrotados en los anales de la historia de la democracia nacional y mundial.
¡El pueblo se cansa de tanta pinche tranza!