Así no, presidenta
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de septiembre de 2016.- Inevitable resulta dedicarle especial atención, no al funesto candidato a la presidencia gringa, Donaldo Trump, sino más bien a las reacciones que generan sus acciones, algunas de ellas que le favorecen ganándole adeptos de poco criterio y muy carente calidad humana, pero varias otras también muy positivas.
Y para muestra que mejor que la automotriz estadounidense Ford, quien anunció el jueves pasado, que trasladará en breve a México la fabricación de sus unidades más pequeñas, específicamente los Sedanes, Focus y C-Max, adicionalmente a los Fusion, Fiesta, Focus y el Lincoln MKZ que actualmente son producidos exclusivamente en nuestro país.
“Tras la crisis financiera de 2008 y 2009 que menguó las ventas, aprendimos a ser más críticos con cada decisión de gasto e inversión”, dijo Gabriel López, presidente y director general de Ford de México tras las críticas del candidato republicano Donald Trump, quien condenó la inversión de Ford y le advirtió a la empresa que si lleva a cabo sus planes tendría que pagar un arancel del 35 por ciento por cada coche que quiera vender a Estados Unidos.
El magnate volvió a criticar a la empresa y al Tratado de Libre Comercio por dicha decisión, con el argumento de que ahora, los coches que se producen fuera de Estados Unidos afectan el empleo. López explicó que su estrategia está dividida entre dos países por razones de logística, mano de obra y tratados internacionales. Así, México fue la mejor opción para los autos pequeños. En pocas palabras, a Ford no le importó el leguaje de las “Trompadas”, parafraseando un slogan camaral.
Actualmente, Ford produce en México casi mil unidades cada 24 horas y compra a empresas mexicanas ocho mil millones de dólares en piezas, componentes y servicios a la par que ayuda a consolidar un clóster automotriz.
Por otro lado y en lo que constituye una buena noticia a los paisanos indocumentados de la comunidad gay en los Estados Unidos, un hispano más, logra obtener su “green card” por medio del matrimonio homosexual, en uno de los primeros casos registrados al respecto.
Juan Carlos Barboza recibió por parte del Servicio de Ciudadanía y Migración (USCIS), su tarjeta de residente. “Sentí que recuperé mis alas. Volví a nacer. La “green card” es uno de los mejores regalos de mi vida después de tanta espera, tantos sueños y sacrificios. Ahora siento que el cielo es el límite”, dijo Barboza en el momento en que por fin se hizo residente. Barboza, de 40 años, llego de Guadalajara, a los 17. De inmediato se puso a trabajar como estilista, un oficio que ejercía desde los 12 años en México. “Viví más de 20 años como indocumentado, fueron años muy difíciles, retadores. Pasé mucha inseguridad, y aunque dejé ir muchas oportunidades, eso no me frenó para seguir adelante”, mencionó.
En 2014, Richard Encinas le propuso matrimonio y se casaron el 6 de junio de 2015. A finales de ese mismo mes, el 27 de junio, la Corte Suprema de Estados Unidos determinó que el matrimonio del mismo sexo era legal en todo el país. Un mes después, en julio de 2015, el Departamento de Justicia confirmó que las parejas casadas del mismo sexo recibirían todos los beneficios federales sin importar el estado donde residan.
Con la confianza de que ya tenían los mismos derechos que los casados heterosexuales, Encinas -ciudadano estadounidense nacido en el Valle de San Fernando- solicitó la residencia de su esposo Juan Carlos Barboza y un año después, al recibirla, esa tarjeta de residencia eliminó la posibilidad de que lo pudieran deportar y les ha permitido hacer planes a largo plazo en sus vidas, sin embargo la felicidad no es completa debido a que tienen miedo de lo que pueda hacer Donald Trump contra las parejas del mismo sexo, si llega a la Presidencia, confesó Encinas, sin embargo eso los alienta también a luchar contra el racismo del republicano y por eso realizan promoción del voto latino a favor de su propia gente.
Y por último en otra reacción positiva, una delegación de legisladores de California, encabezada por el presidente Pro Tempore del Senado californiano, Kevin de León, visitó México la semana pasada para un intercambio político en el que se esmeró por condenar el discurso de Trump y en tejer otro opuesto en el cual llamó “hermano”, “socio” y “aliado” a México en lugar de tildarlo de “enemigo”.
“En California no construimos muros, los tiramos”, dijo De León en el Senado de la República, y no dudó en echar mano de la historia para exculparse casi con pena ajena por la conducta de Trump, después de un año de insultos a los indocumentados mexicanos, lo que causó un alto rechazo social en la unión americana, de casi el 70% según encuestas mencionadas por los visitantes.