Senador hidalguense prohíbe a sus compañeros dar entrevistas a la prensa
PACHUCA, Hgo., 5 de septiembre de 2016.- “Las confrontaciones quedaron atrás”, con éste remitente cargado de jiribilla, Omar Fayad Meneses abrió un contundente y lapidario discurso (para los que se van) al rendir protesta como gobernador de Hidalgo.
La presentación de su gabinete el pasado domingo fue la primera señal de autonomía que mandó Fayad. Por primera vez en muchos años los apellidos y las caras de siempre fueron relegadas del gabinete; tampoco hubo cuotas a sus aliados electorales, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que exigía la Secretaría del Medio Ambiente, ni al Partido Nueva Alianza que se conforma con lo que le otorguen con tal de estar presente en el gabinete.
De un día a otro y bajo un manto de rumores se canceló la ceremonia de toma de protesta en el Congreso local, incluso el auditorio Gota de Plata fue improvisado como recinto legislativo, y en el escenario fueron instaladas las curules de los diputados.
Ahí, ante un auditorio abarrotado, un mesurado Fayad lanzó un mensaje de unidad, no sin antes dejar en claro lo que no quiere ser:
“No crean que seré gobernador de esos que se conforman con un reporte de sus colaboradores”, soltó ante la mirada atónita de su antecesor Francisco Olvera Ruiz, sentado en la presidencia y escoltado por la diputada María Luisa Pérez Perusquía y por el titular del Poder Judicial, Juan Manuel Menes Llaguno.
Luego, abrió fuego, y advirtió que pondrá a trabajar a todos sus secretarios, «que no se queden en sus oficinas y que salgan a ver a la gente» (de esos entrones que le faltaron al gobierno de Olvera), y adelantó que pedirá a su secretario de Obras Públicas, José Ventura Meneses supervisar por tierra las obras y los caminos del estado “quiero que vea sus condiciones, que no vuele en helicóptero; que sienta como todos los ciudadanos, viajar en las carreteras”, redondeó con su peculiar tono mordaz.
Aquellos que presumen cercanía con el mandatario y que se jactan de ser muy amigos de Omar Fayad, y de que por ello ocuparán posiciones privilegiadas dentro del gobierno, también recibieron un mensaje contundente:
“Los auténticos amigos son los que apoyan y aportan, los que no piden, los que no se aprovechan”.
Las lineas del discurso llegaron a un asunto inevitable: la corrupción, desvío de recursos y los famosos ‘moches’, temas que ennegrecieron la administración de Olvera Ruiz casi en el desenlace de su mandato; desvíos por más de 100 millones de pesos en el Sistema Hidalguense de Radio y Televisión, tema que quedó cerrado pidiéndole al presunto responsable que regresara apenas 1 millón de lo reclamado; así como los ‘moches’ denunciados en las Secretarías de Educación Pública y Planeación (que ya desapareció a partir del domingo), son sólo tres botones de muestra.
“No habrá cabida para la corrupción, cero tolerancia para la corrupción, ni diezmos, ni moches», advirtió Fayad, para luego anunciar la creación del Sistema Estatal Anticorrupción.
Y porqué no, ya encarrerados, se refirió a la zozobra de los burócratas y funcionarios del gobierno hidalguense, a quienes se les exigió la renuncia días antes de terminar la administración de Olvera:
«Ni despidos masivos, ni cacería de brujas, sí un análisis serio y contundente, para hacer un gobierno mucho más eficiente”.
El remate fue el anuncio de la desaparición de la representación de la oficina del gobierno hidalguense en la Ciudad de México y que durante la administración Olverista ocuparon Gerardo González y Roberto Pedraza.
“Estamos a una hora de la capital, no tengo porque tener una oficina de representación porque yo personalmente puedo ir”, finalizó el gobernador, ante un desencajado y saliente Olvera.