Renuncia Laura Lozada, consejera del IEEH
PACHUCA, Hgo.- 7 de mayo del 2018.- A lo largo de casi tres décadas en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) sigue imperando una sola ley: obedecen ciegamente a Gerardo Sosa o se quedan sin trabajo, así de sencillo.
Los abusos e injusticias siguen prevaleciendo en la máxima casa de estudios y aunque sus autoridades se jactan de estar entre las mejores universidades del país, este discurso contrasta con el maltrato y el despido del que han sido víctimas una decena de investigadores y catedráticos quienes desde la década de los 90, pagaron el costo de no obedecer al líder del Grupo Universidad y fueron despedidos.
El último caso registrado resulta indignante y da muestra de la vulnerabilidad que enfrentan quienes trabajan para la UAEH. Reyna Guadalupe Ocaña Vázquez, ex técnico docente de la Preparatoria Número 4, se desempeñó como laboratorista en dicha institución durante más de tres décadas y fue destituida hace un año por padecer enfermedades crónicas degenerativas, las cuales desarrolló por la exposición a sustancias químicas dentro del propio plantel universitario.
Ocaña Vázquez comenzó a laborar para la UAEH en 1984 y dejó 33 años de su vida en los laboratorios universitarios hasta que enfermó e inició los trámites para recibir atención médica y que la universidad se hiciera responsable de su caso. Pero en respuesta fue maltratada psicológicamente y despedida sin recibir apoyo, tampoco liquidación.
Incluso personal del IMSS acudió a las instalaciones de la Preparatoria 4 y emitió recomendaciones sobre las malas condiciones que fueron detectadas dentro del laboratorio; pese a esto, la UAEH hizo caso omiso a las observaciones.
Ocaña recurrió entonces a Lidia García Anaya, secretaria general del Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (SPAUAEH) y quien ahora anda prometiendo apoyos para la ciudadanía en su calidad de candidata a diputada federal de Morena, pero fue incapaz de ayudar a una de sus representadas, pues a Ocaña le negó su retiro voluntario al decirle que su caso estaba en proceso.
El padecimiento de la laboratorista le fue detectado en el 2016 por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En ese mismo año, justamente el 17 de diciembre recibió un llamado por parte del presidente del patronato universitario, Gerardo Sosa Castelán para reunirse y hablar de su caso; sin embargo, sólo la llamó para amenazarla y obligarla a renunciar a sus derechos como trabajadora.
“Me extendió en un folder color amarillo unos documentos, los leí y en uno de ellos me decía que yo pusiera que nuca había estado dentro de los laboratorios, sino que mi trabajo había sido administrativo, y en el otro me decía que yo no hacía responsable ni a la universidad, ni al patronato, ni a la coordinación de finanzas, ni al Sindicato de Personal Académico, ni a ninguna instancia de la universidad de lo que yo tenía”, refirió.
Después vino la amenaza de Sosa Castelán, quien le advirtió que los documentos eran “por si se moría su asesor jurídico o por si se moría ella”.
Tras aquella reunión, Ocaña Vázquez regresó a su labor pero a partir del 9 de enero le suspendieron su salario y el 30 del mismo mes, el director de la Preparatoria Número 4, Isaías Guzmán Lerma le notificó que por órdenes de la coordinadora de Finanzas, Gabriela Mejía Valencia, ya no trabaja más para la institución.
Acudió a pedirle ayuda al rector de la UAEH, Adolfo Pontigo Loyola, quien mostró interés en atender su problema, pero de nada sirvió, ya que traspasó el asunto al Departamento de Personal Académico y la única respuesta que recibió fue “que no tenían conocimiento sobre su caso”.
Hace poco el IMSS le entregó los certificados que avalan las enfermedades que adquirió en los laboratorios de la prepa 4, “hepatopatía crónica por exposición laboral a solventes” (Folio. 313180219) y “patología pulmonar crónica secundaria a exposición de solventes” (Folio. 3131802289) y en los cuales se detallan al menos 15 sustancias químicas como el metanol, benceno, hidróxido de amonio, etanol, éter de petróleo, entre otros, a los que estuvo expuesta la laboratorista.
Hasta la fecha no hay solución a su problema, su liquidación continúa retenida, probablemente dice “por órdenes de Sosa”.
Represión y despidos en la UAEH
Pero Reyna Ocaña no es la única víctima de una Universidad que se precia de estar entre las mejores, pero que al interior maltrata, amenaza y chantajea a sus trabajadores. Basta echar un vistazo en la historia de la UAEH para conocer los casos de Miguel Ángel Serna Alcántara, María Teresa Samperio, Tonatiuh Herrera Gutiérrez, Tania Meza, Aidé Cervantes, Pablo Vargas González, Francisco Patiño Cardona y Lourdes Fragoso en 2014 demandó a la UAEH por despido injustificado y exigía una indemnización de 1 millón 253 mil pesos.
De acuerdo a una amplia investigación realizada por el reportero Alejandro Gálvez, publicada en junio del 2010 en la revista Vía Libre, Serna Alcántara fue separado de su cargo en el Comité de Formación Docente en 1996; Teresa Samperio fue despedida en 1994 tras denunciar al entonces secretario general del SPAUAEH, Jaime Rivas Gómez por el desvío de 269 millones y en protesta junto con otro grupo de compañeros quemaron los estatutos de la UAEH; Román Hernández Genis fue uno de los que acompaño a Samperio en aquella ocasión y también fue despedido.
De éste episodio de protesta laboral legítima, se desprendió la primera ola de represión en la UAEH y prosiguió en el 2006 cuando una nueva generación de catedráticos, manifestaron abiertamente su inconformidad ya que estaban siendo obligados a apoyar al entonces candidato presidencial del PRI, Roberto Madrazo Pintado y cuyo rechazo derivó en aquella rechifla histórica por parte de estudiantes de la Autónoma en contra del ex gobernador de Tabasco que dejó muy mal parado a Sosa Castelán, quien había sido designado como enlace con los universitarios.
Pablo Vargas González fue el primero en ser despedido el 3 enero del 2006, luego le siguió la catedrática Tania Meza Escorza por negarse a suspender clases para acarrear a sus alumnos al mitin de Madrazo Pintado y finalmente el 31 del mismo mes, Tonatiuh Herrera Gutiérrez profesor del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu) al incentivar una actividad académica donde los alumnos debatieran lo ocurrido en el mitin.
Aidé Cervantes Chapa, sobrina del destacado y fallecido periodista Miguel Ángel Granados Chapa (quien durante años documento los excesos del clan de los Sosa Castelán a quienes bautizó como la Sosa Nostra) corrió la misma suerte y fue destituida de su cargo de productora en Radio Universidad. Por su parte, el investigador Francisco Patiño Cardona no fue despedido, sin embargo, durante años fue hostigado por el grupo Sosista tras manifestarse abiertamente en contra de las prácticas caciquiles en la UAEH.
Sin autonomía la Máxima Casa de Estudios
Reyna Ocaña lamenta la falta de autonomía en la UAEH y el sometimiento en el que viven los trabajadores de la máxima casa de estudios. Recuerda que ella apoyó a Sosa Castelán cuando fue candidato del PRI y acudía a mítines de otros candidatos protegidos por el Grupo Universidad, tanto del PAN como Movimiento Ciudadano.
“Muchos compañeros iban en desacuerdo, yo iba con la convicción de ser institucional toda la vida, pero ahora lo que duele es que como trabajadores nos despidan de manera injustificada.”
Desde que inició esta exhaustiva disputa, su integridad se ha degradado rápidamente y cada día los malestares de sus enfermedades suben de intensidad; a ello se suma que tiene bajo su cuidado a su hermana menor que padece deficiencias mentales y aun así es intimidada por el clan de los Sosa, pero advierte que no dará marcha atrás en exigir que la UAEH se haga responsable.
“Yo no estoy pidiendo nada regalado, ni le estoy quitando nada a la Universidad, es lo que me corresponde por derecho, no es correcto que después de estar enfermos nos corren como si fuéramos cualquier cosa.”
“Gerardo Sosa es una persona que no tiene amigos, tiene intereses y no sabe respetar los derechos laborales”, finalizó.