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PACHUCA, Hgo., 21 de agosto de 2021.- Las lluvias, este 2021, se han caracterizado por su intensidad. La llegada del huracán Grace a tierra hidalguense era, entonces, motivo de gran alerta entre corporaciones de auxilio, cuerpos de emergencia y autoridades municipales, estatales y federales.
Los daños fueron menores, comparados con lo que se esperaba del huracán que azotó de madrugada las costas del norte de Tecolutla, en el estado de Veracruz, para llegar, la mañana de este sábado, a Hidalgo, por el suroeste de Tulancingo.
Su paso por la Huasteca no dejó pérdidas humanas que lamentar y, para el caso de los daños materiales, éstos se consideran menores.
Hasta esta mañana, se esperaba que los ríos que pasan por la Ciudad de los Satélites resistieran la cantidad de agua que cayó durante más de 14 horas de lluvia continua. En un amague de peligro, el río Tulancingo comenzó a anegar tierras de cultivo cercanas a las colonias La Argentina y Los Sabinos, de donde, por su voluntad, algunas familias salieron de sus casas para trasladarse a domicilios de familiares o, en muy pocos casos, a los albergues temporales.
Son halagüeñas las imágenes de soldados sirviendo comida a apenas unas cuantas personas en espacios con colchonetas vacías, sin aglomeraciones, largas mesas con dos comensales, espacios limpios que no se ocuparon, pero que, como preventivo, mostraron la capacidad de organización que resulta en mejoras a la atención en caso de emergencias ocasionadas por una condición climática adversa.
Al tocar tierra, Grace descendió a categoría 2; su paso por la Sierra logró degradar el huracán hasta categoría 1 y, en pocas horas, a tormenta tropical.
El leve desborde del río Tulancingo, finalmente sólo afectó ranchos a los que se les ofrecieron espacios en las instalaciones de la feria para mover el ganado que pudiera estar en peligro. Los daños a la agricultura fueron los más cuantiosos, por lo que se espera que, en breve, autoridades estatales comiencen a realizar acciones para cuantificar pérdidas y planear posibles apoyos.
El ojo del huracán, en Pachuca, apenas resintió la leve calma que después continuó con más lluvia, como se había pronosticado desde días atrás, cuando comenzaron los preparativos para un posible desastre.
El de hace unas horas ha sido un ejercicio ejemplar para todos, población y autoridades, un evento que movilizó a tiempo a quienes se prepararon para recibir a centenares de personas en refugios, servidores públicos realizaron limpieza de drenes, desazolves, y realizaron vigilancia constante de afluentes y cuerpos de agua que pudieran resultar peligrosos, fue un esfuerzo de prevención por parte de usuarios de aguas de riego para abrir a tiempo compuertas y evitar inundaciones de consideración.
Tache para la población que, sin atender las indicaciones de las autoridades, volvió, al menos en Tulancingo, Pachuca y la zona metropolitana, a sacar la basura a las calles en espera de los camiones recolectores sin importar que ésta, con la intensa lluvia, represente material de arrastre que congestiona coladeras. Aún falta educación medioambiental básica para erradicar esta práctica.
Acumula puntos malos el sistema de transporte, que a la menor lluvia disminuye, cada vez más y durante horas, el número de corridas, incomunicando a toda la ciudad, de su centro hasta el extremo sur, zona que pareciera no ver solución pronta a los problemas causados por la falta de cauce para las aguas pluviales, pero en la que continúa el “crecimiento” urbano.
Más de dos mil 600 elementos, entre Guardia Nacional y Ejército Mexicano, implementaron el Plan DN-III-E y GN-A en prevención de inundaciones, realizando vigilancia en zonas que siempre son de riesgo, abriendo a pico y pala canales para hacer correr el agua, llenando costales de arena, desaguando viviendas, transportando personas a lugares seguros y llevando a cabo labores informativas entre la población para mantenerla a salvo. Se aplaude, en esta ocasión, el ejercicio inédito de información abierta a los medios de comunicación, práctica muy poco común para estas corporaciones.
La buena nota es que la prevención logró su objetivo: que el saldo del paso de Grace por Hidalgo fuera blanco hasta el momento, pero sin cantar victoria, pues falta aún saber qué daño causará el reblandecimiento de tierras que pudieran venirse abajo en derrumbes, sobre todo, en Sierra y Huasteca hidalguenses.
La mala nota está en la ciudad de Pachuca, donde la población ha visto encharcamientos fuertes al por mayor. La falta de un drenaje eficiente, herencia de décadas de administraciones públicas que le dan medios mejorales a los desastres, hace que cada lluvia intensa se parezca al huracán.
La acumulación de malas obras, trabajos incompletos y un largo historial de recursos utilizados en todo, menos en un correcto sistema de captación pluvial hacen que Grace parezca apenas el ojo que precede a embates mayores, a daños de consideración que terminan en reportes en papel que apenas dicen “sin novedad”, pero que a la ciudadanía le dejan pérdidas e inseguridad, daños al patrimonio que difícilmente se resarcen.
Allá va Grace, pero para Pachuca y Tulancingo, tal vez esta tormenta sea apenas la primera de una larga lista sucesoria que, se espera, no devenga en mayores desastres.