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Con la complicidad de senadores de casi todos los partidos –y pronto con la complicidad de diputados de todos los partidos–, el gobierno de López Obrador convertirá a México en un “narcoestado”.
¿Por qué?
Porque con la reforma a la Ley del Banco de México, aprobada en el Senado y que pronto aprobarán los diputados –todos lacayos del presidente–, el Banco Central podrá comprar todas las divisas extranjeras excedentes del sistema bancario –sobre todo dólares–, lo que podría convertir al Banxico en el principal lavador del dinero del narcotráfico en nuestro país.
Es decir, con la reforma en cuestión, narcotraficantes, secuestradores, tratantes de blancas y matarifes –igual que los migrantes y que cualquier ciudadano–, podrían acudir al banco privado de su preferencia y sin más tramites, podrán cambiar cualquier cantidad divisas extranjeras, en efectivo, sin importar el origen lícito o ilícito del dinero.
Pero lo que convertirá a México en un “narcoestado” es que, a su vez, el Banco de México estará obligado a comprar a todos los bancos privados del país, todos los excedentes de divisas extranjeras adquiridas por dichos bancos a los particulares –en especial dólares–, con lo que el Banco Central se convertirá en el lavador estatal del dinero, producto de actividades ilícitas.
Como saben, un “narcoestado” se define como un Estado Nacional cuyas instituciones están bajo la influencia del poder y/o la riqueza económica de los grupos criminales, en especial el narcotráfico.
Lo curioso del tema es que el gobierno de López Obrador ha dado muestras contundentes de que sus aliados y hasta los posibles financistas de su campaña presidencial –como Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo Guzmán” –, no sólo son los grupos criminales que controlan buena parte del país, sino que son los mismos a los que ofreció una tregua.
Y hoy, con la reforma a la Ley del Banco de México, el presidente no sólo les regala a los criminales organizados el carácter de “empresarios del crimen”, sino que el Banco Central se encargará de “lavar el dinero” producto de las actividades criminales de las bandas que operan en todo el país.
Pero vamos por partes. Según la exposición de motivos de la iniciativa de reforma a la Ley del Banco de México, el Estado mexicano está obligado a ofrecer un mecanismo eficaz para que los migrantes puedan ingresar a nuestro país las divisas producto de su trabajo.
Y, en efecto, con la reforma los migrantes podrán acudir a cualquier banco mexicano, llevar sus dólares en efectivo y, sin mayor requisito, podrán cambiarlos por divisas mexicanas.
Sin embargo, se trata de un argumento engañabobos.
¿Por qué?
Porque en el fondo se abre la puerta para el lavado de dinero desde el Banco Central, para todo aquel que quiera meter a la economía el dinero producto del crimen.
Por eso, aliados del propio presidente Obrador, como Gerardo Esquivel, actual subgobernador del Banco de México, consideró como “lamentable” la reforma del Senado.
Así lo dijo en su cuenta de Twitter: “Lamentable que se hayan aprobado en el Senado reformas a la Ley del Banco de México que ponen en riesgo a las reservas internacionales y que atentan contra la autonomía del Banco de México. Espero que en la Cámara de Diputados se corrija esta situación”.
A su vez, en una colaboración para El Financiero, Manuel Sánchez González, ex subgobernador del Banco de México se preguntó si “¿Vale la pena comprometer al Banxico?”.
Luego explicó que los riesgos de tal reforma son tan graves “como convertir a la institucion en receptora de divisas de origen dudoso”, situación que podría llevar “al congelamiento y hasta la confiscación de las reservas internacionales”.
Pero el Peligro de convertir al “Banxico” en la institución encargada del lavado del dinero criminal es sólo una parte del riesgo. La otra es que, con la reforma aprobada por el Senado, queda abierta la posibilidad para que el presidente mexicano se adueñe de las reservas del Banco Central, para sus fines electoreros y clientelares.
Sí, en los hechos se confirma lo que aquí hemos dicho por meses; que el presidente Obrador no sólo va por las reservas del Bando de México, con fines electorales y clientelares, sino que su objetivo es la instauración de un “narcoestado”, a partir de la amnistía prometida a los grupos criminales, desde su campaña presidencial.
Así lo señalamos, por ejemplo, en el Itinerario Político del 23 de abril de 2019: “Resulta que, en los hechos, el nuevo presidente mexicano “entregó la plaza” a las bandas de narcotraficantes, secuesetradores tratantes de personas, ladrones de combustible y, en general, al crimen organizado. Y la respuesta está a la vista de todos; “un narcoestado”.
Sí, hoy estamos a un paso del “narcoestado” de AMLO.
Al tiempo.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.