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PACHUCA, Hgo., 27 de abril de 2021.– Con apenas 23 años Brenda Serrano Cervantes imparte clases de Italiano en la Universidad Autónoma de Hidalgo (UAEH) y actualmente hace sus prácticas en la Cámara de Comercio Exterior de Italia en México.
Desde que era niña, su madre le inculcó el amor a las lenguas, la cultura e historia, acostumbrada a ello Brenda Serrano siempre ha tenido la inquietud por aprender y obtener más conocimientos.
«Cuando era niña tenía mucha hambre por aprender y conocer otras culturas, recuerdo que me llamaba la cultura Asiática, pero mi mamá siempre estuvo obsesionada con la Italiana, escuchaba música de Eros Ramazzotti, me hablaba sobre Venecia, y me decía que algún día iba a conocer Italia».
En el 2017, Brenda hizo el examen a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la carrera de historia, pero no quedó pese a dos intentos.
«Estudiar historia era mi única opción, desde niña quería ser historiadora, me gustaba la cultura; lamentablemente no quedé, fue un golpe fuerte, también en ese periodo estaban pasando muchas cosas en casa, mis papás se estaban divorciando; se juntó todo, por ese detalle familiar ya no contemplé irme a la Ciudad de México, sentía que tenía que quedarme, me necesitaban».
«Así que en ese semestre busqué otras alternativas, estudiaba inglés y los fines de semana quería estudiar otro idioma; mi primera opción fue el alemán pero me pareció muy complicado, es un idioma que tiene todo mi respeto, las estructuras son muy diferentes; y el Italiano me gustaba así que decidí estudiarlo».
Ese mismo año, Brenda se enfocó en estudiar Italiano de una forma continua, incluso en vacaciones tomaba clases.
Añadió que cuando alcazó el C2 que ya es un intermedio, mi profesor se iba a regresar a Europa y me comentó que el lugar se quedaba vacío, me preguntó si no me interesaba dar clases; yo sentía que tenía un nivel avanzado pero no para estar al frente de una aula».
«Antes de que se fuera, impartía en diferentes escuelas y me llevaba con él, me enseñó los libros que tenía que utilizar, los métodos de estudio para que los alumnos aprendieran y empezaran a hablar, me adiestró para dar clases; y un día me dijo que ya estaba lista e hice la entrevista con su jefa y me aceptaron».
Al inicio, la dificultad más grande con la que se enfrentó, fue su inexperiencia en dar clases de lenguas.
«En mi primer grupo eran más pequeños que yo, pero también había un señor de 32 años; tanto para él y para mí fue una experiencia nueva porque siento que él se esperaba otra cosa y yo no esperaba que mis alumnos fueran más grandes que yo».
Durante la charla con Quadratín Hidalgo, sostiene que los métodos de estudio que ella implementa para impartir sus clases, se basan en la compresión escrita y oral, que tú escuches y comprendas lo que están diciendo, también que puedas identificar las ideas principales en los textos escritos; la segunda: producir oral y escrita, es decir, que seas capaz de escribir textos pero también puedas hablarlo en un nivel básico como presentarte y en el nivel avanzado discutir temas».
«La tercera es la estructura de la lengua que es principalmente la gramática, en esta etapa el alumno tendrá que ser capaz de presentar textos en pasado, presente y futuro de una forma correcta, que sepa utilizar los auxiliares, los adjetivos y artículos».
Recalca que «no puedes solo dedicarte a la gramática y no saber hablar o hablar y no saber escribir, tenemos que tener una mezcla por niveles que incluya todos los elementos».
«El interés por la cultura es primordial para tener contacto con el idioma que se desea aprender».
No obstante la catedrática, por un momento se vio estancada y tuvo que utilizar otros métodos como la aplicación de Taimen para entablar conversaciones con Italianos que deseaban aprender español; gracias a ello consiguió su certificación.
En el 2019 logró hacer un intercambio a Italia «tuve la oportunidad de irme, cursé otro nivel más avanzado y era totalmente diferente porque ahora no solo era a través de libros sino estaba conviviendo con la cultura, escuchaba su música de moda en las calles, interactuaba, me explicaban de sus tradiciones, gastronomía, por ejemplo, ellos comen un pan que se llama Colomba y lo comen en Semana Santa. Cuando regresé ya sabía de qué me estaban hablando, ya lo había vivido».