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CIUDAD DE MÉXICO, 24 de junio de 2024.- Se tenía la creencia de que en México no existían los tornados, pero la profesora del Colegio de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, María Asunción Avendaño García, creó, de manera conjunta, la primera base de datos en la materia, mediante la cual se confirma que de 2000 a 2023 ocurrieron 773, es decir, un promedio de 61 por año. Para 2024 serían 50 aproximadamente.
La geógrafa y maestra en antropología, junto con su maestro Jesús Manuel Macías Medrano, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, elaboró el documento llamado Tornados México, el cual da cuenta de la presencia de esos fenómenos en regiones como Michoacán, Hidalgo, Tlaxcala, Coahuila y la Ciudad de México.
“Un tornado se define como una columna de aire que rota violentamente en contacto con la superficie de la Tierra, por debajo de una nube cumuliforme (nube aislada de base horizontal con desarrollo vertical y que adopta formas de montañas de algodón), y a menudo (pero no siempre) visible como un embudo”, explicó.
En el Instituto de Geografía de la UNAM ofreció la conferencia Tornados en México, como parte del Fórum de Geografía. Pláticas Académicas primer semestre, en la cual precisó que, dependiendo de su origen, se pueden clasificar en dos tipos: Tornados superceldas, que se crean de una tormenta severa de larga duración cuyo viento se encuentra en rotación, conocidos como mesociclón o supercelda. Y los no superceldas o no mesociclón, que son generalmente menos severos y en su mayoría se forman bajo nubes cumulus congestus.
Para medirlos existen las escalas Fujita Pearson, que considera las categorías débil, fuerte y violenta, así como leve, moderado, significativo, severo, devastador e increíble. Asimismo, la Fujita Mejorada, que ofrece además detalles de los indicadores de daño en las casas, instalaciones y edificios.
“En México han sucedido tornados supercelda y no supercelda, aunque son más comunes estos últimos, que se ven a simple vista como una culebra o víbora que va de la tierra a la atmósfera”, destacó. Avendaño García documentó que comunidades prehispánicas de nuestro país y grupos de campesinos actuales identifican estos fenómenos, dependiendo de su intensidad y región, como culebras de aire o de agua; víboras de agua, granizo o de aire; colas de nube; trombas y mangas de agua.
“El término de víbora proviene de la morfología que presenta el fenómeno meteorológico, que suele ser parecido a la silueta de una víbora/serpiente terrestre. De ahí el nombre, cuyo diámetro varía entre la base de la nube y la superficie de la tierra”, señaló.
Los resultados
Avendaño García explicó que la base de información está organizada tomando como referencia el Centro de Predicción de Tormentas -ubicado en Norman, Oklahoma, y forma parte del Servicio Meteorológico Nacional de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica-, además de estudios de Japón realizados en 1997 por Niino, Fujitani y Watanabe. En sus primeros resultados se revela que 2015 es el año (entre 2000 y 2023) en que más sucedieron, con 98; mientras en 2016 hubo 74 y en 2021 un total de 61. En contraste, en 2001 solo dos; 2002, seis; y 2003, siete.
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