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PACHUCA, Hgo., 6 de diciembre de 2019.- México ocupa el segundo lugar en Latinoamérica en producción de fuegos artificiales, sólo después de Brasil.
Tultepec, en el Estado de México, es conocido por ser la capital de la pirotecnia, la cual se divide en dos categorías: juguetería y pirotecnia espectacular. La primera se refiere a lo que se conoce como “ratoncitos”, “cañones”, “palomas”, entre otros; mientras que la segunda son los “castillos”, los cuales son marcos llenos de pirotecnia que se usan en su mayoría en festividades patronales.
A pesar de que la venta, compra y distribución de pirotecnia está prohibida en el país, de acuerdo a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, es bien sabido que en México se continua con esta práctica de comprarlos, tronarlos e incluir a los infantes, por lo que este tipo de prohibiciones pasan a un segundo o tercer plano; sin embargo, es de suma importancia que se sepa el daño que este tipo de entretenimiento puede generar a los oídos.
De los 70 a los 85 decibeles (dB) se consideran sonidos aptos para el ser humano sin que generen algún tipo de daño, esto en los adultos; no obstante, en los niños estos niveles disminuyen alrededor de 20 decibles porque sus oídos aún son muy sensibles.
La detonación de un cohete conocido como R15 o una “paloma” alcanza los 190 dB por lo que este sonido supera totalmente lo que es permisible para nuestros oídos. En el caso de los niños ellos son más propensos a padecer un daño auditivo porque su aparato auditivo es mucho más vulnerable que el de un adulto y tienden a explotar los cohetes mucho más cerca y esto hace que el nivel sonoro efectivo sea mayor. Tanto niños como adultos no están exentos de presentar hipoacusia inducida por ruido, recalcó la Dra. Jimena Atuán Rodas; Especialista en Audiología, Foniatría y Otoneurología.
El ruido que se produce ante cualquier explosión se le conoce por ser del tipo impulsivo, es decir, duración corta, pero potente. En el caso de la pirotecnia la duración puede ser de una milésima de segundo y con eso basta para crear un daño irreversible. Sonidos como los de una “paloma” o “cañones” llegan casi inalterados al oído interno, sacudiéndolo de una forma violenta las células ciliadas, lo que equivaldría a escuchar hablar al doble de la población mundial al mismo tiempo, es decir más de 160 decibeles a una energía de más de 10 mil millones de veces de una conversación normal.
En esta época de festividades lo más recomendable sería abstenerse de usar pirotecnia y mucho más con los niños, pero si no se puede evitar lo ideal es evitar explotarlos en ambientes cerrados.
Por ningún motivo la pirotecnia debe detonarse en lugares cerca de paredes o superficies que puedan reflectar, así como cerca de personas.
Se recomienda usar protectores auditivos o algún tipo de protección de silicón, muy parecida a la que usan los nadadores y que se puede adquirir fácilmente en farmacias o tiendas deportivas.
Igualmente, reducir al máximo el uso de la pirotecnia y evitar aquellos que generen explosiones muy fuertes y limitarse al uso de aquellos que no generen sonido y solo sean lumínicos.
Los niños no deben ser los que estén en contacto directo con la pirotecnia, siempre tiene que haber un adulto que este por demás al pendiente de ellos, informó la especialista.