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Libros de ayer y hoy
Twitter: @OswaldoRamirezG
«Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada»
Nelson Mandela (1918-2013).
En pleno siglo XXI aún es común escuchar frases como “no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre” o “procúrate casarte con un güerito(a) para mejorar la raza”. El racismo no se crea ni se destruye, solo se trasforma. Está ligado a nuestra cultura e historia. En palabras del académico de la UNAM Federico Navarrete “es imposible separar racismo de clasismo, pues asociamos piel morena con pobreza y tez blanca con belleza y éxito”.
Dicho comportamiento escala en todos los medios y contextos; desde el cine como refiere el actor Tenoch Huerta, hasta el medio académico y la cotidianidad. Sin embargo, como lo asegura Navarrete se vuelve grave cuando se asocia a las condiciones de vida e incluso a las ideologías políticas. Lo anterior también es plausible en la actualidad cuando nos topamos con un sinfín de charlas y chat dentro de redes sociales como Twitter o Facebook en donde cuando el afán incita a defender al máximo tal o cual ideología no faltan calificativos despectivos relacionando una postura política con la condición física o social de los individuos, algunos incluso escalan en función a la preferencia o práctica religiosa.
También se injuria con términos y procesos históricos con los cuales son se encuentran ni por asomo familiarizados y su única fuente es lo que vociferan los medios de comunicación, en particular los burdos puntos de vista de opinólogos y youtubers, por decir algo No es raro a la fecha ver el uso desmedido de calificativos como “comunista” “chairo” “resentido”, etc., en alusiones anacrónicas sobre sistemas políticos y países, y si me refiero a Ud Sra ¡Senadora Lilly Tellez! ¿¡Verrrdad!?
La guerra entre polos opuestos suele mezclar sentires y condiciones más allá de la condición social y de la postura política, pues tiene que ver con estereotipos y con la mofa que se suele hacer de estos, muchas veces este tipo de alusiones públicas se suele hacer con bastante irresponsabilidad:
Ejemplos de ello son el calificativo “fifí”, que el presidente Andrés Manuel utiliza continuamente para referirse a individuos de cierta o aparente clases social en nuestro país. Pero también existen otros conceptos que se han hecho populares gracias a la expansión de redes sociales, tal es el caso del término “whitexican”, neologismo que se deriva de la contracción de anglosajón “white” (blanco) y “mexican” (mexicano), mexicanos blancos, una manera en que las mayorías se refieren a expresiones y manifestaciones de una minoría racial (apenas el 4.7%) de la población total de nuestro país. Sirva decir que estos términos son incorporados al catálogo despectivo de opuestos son agregados a los ya conocidos como fresa vs indio/naco y chairo vs derechairo.
Como sociedad estamos conscientes de que existen grupos, personajes y expresiones e incentivan el racismo, mucho de lo cual está contenido en dichos populares, pero ¿Qué hacemos para evitar dicho comportamiento y enfrentamiento entre ambos? Poco o nada quizás si consideramos que como se menciona atrás, este racismo es inherente a nuestra cultura y es abonado por los diferentes sectores.
Lo preocupante de ello, es cuando este tipo de comportamiento se incentiva con acciones políticas como el influyentísimo por encima de la meritocracia, y aquí no se salva ni MORENA ni la 4T. Pensemos en aquellos que con abuso de su poder colocan en puestos claves a familiares y amigos, en cualquier Ayuntamiento hidalguense o no podemos encontrar casos concretos al respecto, pero ¿qué pasa cuando esta escalada arremete en sectores en los que se supone se debería de ser más plural? En este caso se recurre nuevamente a la doble moral. Propios y extraños me han llegado a comentar que a veces para adquirir un puesto de trabajo más que contar el curriculum y la apariencia el empleador se fija en los apellidos y el color de piel, he ahí pues donde el mito de la meritocracia se rompe tajantemente.
Pese a que el sexenio actual intenta romper con este patrón (o al menos en el discurso así lo refiere), esta tarea es difícil cuando entre políticos los favores, apellidos o comunidades trascienden para otorgar ciertas condiciones en procesos jurídicos, caso claro el de conocida youtuber de apellido Hoffman, acusada de pornografía infantil y de quien en semanas pasadas su madre de manera implícita manifestara a la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum celeridad en el caso y un trato considerable para su hija (ambas pertenecen a la Comunidad Judía). Entonces ¿La justicia también está condicionada por la procedencia racial? Pensemos en cuántos culpables (con condición acomodada y genes bien plantados) purgan su proceso fuera de las rejas mientras que otros aun siendo presuntos responsables (solo por el estereotipo prieto y chiquitajo) pasan años recluidos esperando un “usted disculpe” que muchas veces jamás llega.
Para abonar más a un a esta “guerra fría” entre polos opuestos los medios de comunicación lejos de ayudar agregan más a la causa. Hace apenas un par de semanas se estrenó en la plataforma de Netflix la serie mexicana “Guerra de Vecinos”, la cual es una parodia de ese México acomodado que aquí se menciona versus el México favorecido por la 4T; a simple vista uno puede reír a carcajadas por las parodias y referencias estereotipadas que se hacen de ambas partes, pero en el fondo nos habla de una sociedad enfrentada por terceros y lo que es peor por el fantasma de lo que creen que son. Una sociedad que vive auto engañada asumiendo su condición de clase en tanto que en la práctica son un mal chiste de pertenencia a algo que no entiende ni asumen.
México es mayoritariamente mestizo por razones históricas y migratorias, comparte raíces estrechas con comunidades como la española, judía, libanesa, china y árabe y lo que es más, en el constructo de su complejidad social una parte primordial lo son las raíces africanas, la cual ya está incluida como parte del cuestionario que aplica el Censo Poblacional de INEGI (Instituto Nacional de Geografía y Estadística). El pasado domingo se celebró el día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, lo cual reclama no solo la parte primordial que hacen las mujeres de nuestra sociedad sino el origen apelando al respeto, la no discriminación, aceptación y dignidad que merecen.
Finalmente es mentira que la 4T esté polarizando a nuestra sociedad como bien aseguran los medios tradicionales. Por otra parte, tampoco se trata de recargar todo la responsabilidad a los medios de comunicación sobre los estereotipos y dejos de racismo creados. Se trata de una complejidad de factores que han solapado desde siempre en una doble moral, aquella que se jacta de querer conservar las tradiciones y reivindicación del indígena a costa de su blanqueamiento, pero jamás la indigenización de los blancos. Vivimos en una sociedad profundamente acomplejada y en cierto sentido mojigata, como lo menciona Heriberto Yépez en su obra “La increíble hazaña de ser mexicano” (Planeta, 2010), “el mexicano es la causa principal de su propia miseria. El mismo es quien a cada instante reinstala en su ser el aparato autoritario (destartalado) que lo mantiene insatisfecho y miserable”, y yo agregaría además de ello acomplejado y racista en demasía.