Ráfagas: Denuncian corrupción en Tribunal de Arbitraje Laboral
Twitter: @OswaldoRamirezG
“Yo veo un México con hambre y sed de justicia”
Luis Donaldo Colosio Murrieta. Político mexicano (1950-1994).
1929 fue un año duro y crucial en el desarrollo del corto siglo XX. La Gran Depresión económica tuvo un hondo impacto en los Estados Unidos y caló con mayor severidad en Europa. En México las cosas no pintaron tampoco tan positivas para aquellos tiempos; la facción en el poder finalizaba una serie de conflictos con grupos que se oponían acatar las disposiciones gubernamentales, lo que conllevó en la región del Bajío levantamientos armados de facciones ultracatólicos, episodio de nuestra historia que se le conoce como “Guerra Cristera” (1926-1929). Para finales de aquel año, el grupo político que había tomado las riendas del poder y que detentaba la silla presidencial era procedente en su mayoría del estado de Sonora. Inicialmente el Grupo Sonorense fue liderado por Álvaro Obregón. Sin embargo, pese a su asesinato (1924), así como a la aniquilación política de Adolfo De la Huerta, la cabeza de aquellos caudillos convertidos en los nuevos políticos recayó en Plutarco Elías Calles, quien como mecanismo de control y para mantener a raya no solo a viejos aliados sino a posibles adversarios, ideó la creación de un partido de estado cuya bandera estuviera enarbolada por la Revolución Mexicana. Fue así como nació el Partido Nacional Revolucionario (PNR) un 4 de marzo de 1929, el cual fue refundado dos veces más; en 1938 bajo el nombre de Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y finalmente Partido de la Revolución Institucional (PRI) en 1946.
El Establecimiento de un partido de estado trajo consigo el empoderamiento de una nueva clase política, de la cual en inicio el control estuvo bajo Plutarco Elías Calles, quien aun después de su mandato formal en el ejecutivo (1924-1928) se mantuvo como una suerte de “el poder detrás del poder”, período que conocemos como “Maximato” (1928-1934). Plutarco Elías Calles “El Jefe Máximo”, estuvo detrás de la toma de decisiones por encima de lo que opinasen los presidentes en turno; Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934), no fue sino hasta la llegada de Lázaro Cárdenas (1934-1940) cuando se rompe con esta dinámica.
Quien diría que casi setenta años después en otro año que significó una coyuntura importante para la política mexicana, un presidente tecnócrata, amigo de narcos y egresado de Harvard intentase lo mismo que Calles. Carlos Salinas De Gortari ingresó a la silla presidencia (1988-1994) bajo la sospecha de fraude electoral. Irónicamente no será recordado en la historia como el quisiera; reformador y progresista, sino todo lo contrario; un autócrata, corrupto, servil a poderes fácticos estadounidenses, quién además abrió la puerta al sistema neoliberal, gracias al cual se empoderaron en nuestro país grandes magnates tanto en medios de comunicación y otros giros empresariales.
Bajo esta bandera autocrática, Salinas encumbro una serie de programas populares (Solidaridad) y medidas socioeconómicas (TLC) para acallar el escándalo de su ilegitimidad presidencial. Sobra decir que entre sus colaboradores algunos el día de hoy sobreviven en las esferas decadentes del tricolor partido, pero para entonces uno le llamó la tensión; Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Joven que pintaba como progresista, Colosio estaba en el partido y en el momento menos indicado. Era una suerte de boyscout metido en las cavernas del inframundo; con muy buena voluntad, pero en un entorno malsano. Se integró al sexenio como el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, instancia en la que poco a poco destacó a tal grado que fue considerado como el elegido para ser el próximo candidato presidencial. Cabe señalar que el mito del “hubiera sido un buen presidente” de no haber acontecido su magnicidio la tarde del 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, Tijuana, es hasta cierto punto cándido y muy romántico.
Primero, porque de haber sido electo presidente, la vieja guardia del PRI hubiese obstaculizado por todos los medios los supuestos cambios que realizaría, de los cuales no consta nada, puesto que hasta donde se sabe no dejó ni un boceto de su posible plan de trabajo sexenal. Segundo, porque la decisión de Salinas de nombrarlo candidato derivo en luchas internas que sobrepasaban incluso los límites de presidencia y tarde que temprano cobrarían factura, de ellas destacó la de Manuel Camacho Solís, Comisionado para la Paz en el caso de la guerrilla del EZLN.
Tercero, porque aquel “enigmático” discurso del 6 de marzo frente al Monumento de la Revolución, del cual hoy se cumplen 29 años, el lleno total fue fruto del acarreo de su época, no de la fuerza y convencimiento popular; su discurso es un intento simbólico por desmarcarse del viejo PRI pero al mismo tiempo obedece al furor y la certeza de que no había dudas que sería el candidato oficial (para entonces Camacho Solís había dicho públicamente que no le interesaba contender en la carrera presidencial).
Finalmente, de no haber muerto, si a pesar de todo, el fantasma de la derrota hubiera tocado las puertas de Colosio muy probablemente se hubiera en el predicamento de aceptar su derrota ya fuera frente al PAN o el PRD; frente al partido blanquiazul no representaría ningún riesgo, considerando la cercanía de Diego Fernández de Cevallos con el PRI. Pero si la victoria fuese de Cuauhtémoc Cárdenas del PRD (sobre el cual había recaído el fraude en las elecciones anteriores), entonces la cosa se hubiera complicado aún más, y era un riesgo que ni aun con la legalidad de Luis Donaldo el PRI estaba dispuesto a correr. Hipotéticamente hoy se pueden decir muchas cosas, pero lo que es una realidad es que, a la luz de sus 94 años de vida, el PRI es un muerto que respira, de las manos del más deleznable dirigente en décadas y en viras de una derrota inminente en las elecciones de gobierno en el Estado de México.
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.