Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
Desfiles, 4tas y 5tas.
Twitter: @OswaldoRamirezG
<<La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos >>
León Trotsky (1879-1940).
Para el autor de esa frase, quien además fue uno de los líderes y políticos más importantes de la revolución rusa, aseguraba que esto mismo aplicaba para la revolución mexicana. En su impresión, la sociedad había logrado en diez años rehacer de arriba abajo al país y con ello rehacerse a sí misma. El tiempo no le dio la oportunidad de ver el proyecto consolidado, pues fue asesinado el 21 de agosto de 1940 en Coyoacán, Ciudad de México por mercenarios enviados por el entonces dictador soviético Iosif Stalin.
Para entonces, hacía tan solo cuatro años que el Senado de la república se había puesto de acuerdo, aprobando el día 20 de noviembre como fiesta nacional que conmemoraría con un desfile deportivo el inicio de la revolución mexicana. Aunque era considerado un acto oficial, no fue sino hasta 1941 cuando el presidente en turno, Manuel Ávila Camacho (1940-1946) formalizó su asistencia. A partir de entonces se conformó como un acto cívico y protocolario que debía cumplir el ejecutivo en turno.
Ahora bien, este no fue el primer desfile cívico instaurado para conmemorar algún hecho trascendente del desarrollo sociopolítico de nuestro país; el registro del primer acto de esta naturaleza en México data de 1821 el 27 de septiembre, con la entrada del Ejército Trigarante a la capital.
Con el tiempo el motivo de los desfiles ha cambiado. Actualmente los elementos que los conforman varían; desde marchas de contingentes militares, pelotones deportivos e incluso comparsas rítmicas (bailes regionales) y carros alegóricos. Además del desfile del 20, destacan el del 16 de septiembre y el de la Batalla del 5 de mayo en Puebla de 1862. Aunque se celebran de manera magna en la capital mexicana y en la de Puebla, también se suelen celebrar a los largo y ancho de la república de manera simbólica y en menor escala.
El desfile del 15 como del 20 han tenido diversos matices los últimos veinte años. A la llegada de Vicente Fox a la presidencia (2000-2006), el primer gobierno de alternancia (PAN), el de la revolución apoyo más su discurso hacia deportistas que en exaltar a los héroes. Durante su sexenio dejó de asistir al Monumento a la Revolución al finalizar cada acto cívico, como lo habían hecho los gobiernos priístas. Con esto intentó simbólicamente marcar una diferencia con sus antecesores.
La presencia de las Fuerzas Armadas y Marina es obligada, pero al igual que con el ejemplo anterior, su protagonismo ha variado según el mensaje que desea dar cada mandatario. Con Felipe Calderón (2006-2012), la exaltación militar de contingentes y tecnología bélica intentó a los ojos de la opinión pública enviar un mensaje intimidatorio a la delincuencia, en función a su fallida guerra contra el narcotráfico.
Algunos incidentes han sido suprimidos para evitar controversia y polémica con la sociedad y los medios de comunicación, ello en el entendido de crear una imagen de perfección de dicho acto. Sin embargo, algunos detalles son tan evidentes que es imposible no reaccionar a ellos. Desde los paracaidistas que se enredan en cables, jinetes y caballos que resbalan y caen sobre el asfalto de la plancha del zócalo, hasta los más lamentables como los accidentes aéreos, como fue el caso del choque de aviones en el desfile militar del 15 de septiembre de 1995 durante el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000).
En lo que va del sexenio actual no ha sido la excepción respecto a lo anterior. En el desfile del sábado pasado por ejemplo, hubo varios jinetes que al paso por el pavimento resbalaron y cayeron per al parecer no hubo desgracias que lamentar. Cabe señalar algo que en la opinión pública opositora ha generado bostezos de un grado galopante; la “aburrición” según estos, de los desfiles del presidente Andrés Manuel López Obrador, el “pan y circo” “mientras el país se cae a pedazos”, por decir algo de las referencias tuiteras.
Sin entrar en controversias, diré que no es el primer mandatario que durante su sexenio presenta comparsas y carros alegóricos. Antes lo hizo Felipe Calderón durante las Fiestas del Bicentenario, y por lo general en el del 5 de Mayo en Puebla se destacan este tipo de dinámicas y marchas. Quizás el descontento real se finca en la imposibilidad de esta facción en generar temas con verdadera relevancia social en la que esté fallando o acertando el gobierno actual. No obstante, considero que este fue la oportunidad de ver algo diferente, por supuesto, con sus asegunes e imprecisiones ya sea en el discurso como en la re mitificación continua de personajes de nuestra historia, algo que también han hecho los sexenios anteriores.
Ahora bien, solo reprocharé dos cosas entorno a estos 111 años de conmemoración:
La primera una parte del discurso de nuestro Huey Tlatoani en dicho acto en el que aseguró que “la revolución no fue un movimiento burgués sino del pueblo”. Al igual que los mandatarios anteriores, les fascina sesgar la historia para poderla embonar en su discurso. En relación al maderismo y al origen del conflicto armado de 1910, los detalles no cabrían en esta nota, pero basta decir que elementos como la crisis económica de principios de sigo XX, el cambio de patrón de cambio de plata a oro.
Por otra parte, el afianzamiento de una sola clase en política en el poder, dejando de lado una parte de la oligarquía, a la que se le relegó solo a cargos de menor importancia o a la segregación política no así socioeconómica. El caso de Don Evaristo Madero y familia pinta en esta estampa y sabemos por la historia, que miembros de esta familia salieron a relucir.
Si bien es cierto, la intimidación de la prensa y grupos obreros, las deplorables condiciones de campesinos en el centro y sur del país, así como el peonaje en el norte y las deportaciones y esclavitud en el sureste fueron factores que detonaron los levantamientos, no fuero sino lo sectores acomodados y excluidos de la política los autores intelectuales de un serie de planes, que a excepción del Plan de Ayala (campesino), conformaron la bandera en contra del sistema porfiriano. Así que no señor presidente, el pueblo como en casos anteriores y posteriores, es la materia prima. Los ejecutores son solo un grupo de individuos por lo general con cierto tipo de luces y privilegios.
El otro elemento requerirá quizás una nota posterior, y tiene que ver con la numeración de esas trasformaciones, cuatro en total según dicen los que ahora están en el poder (4T). Este tema salió a relucir también en el discurso del sábado, a cuyo caso pone como la primer trasformación a la guerra y consumación de la independencia (1810-1821), en segundo la Guerra de Reforma y el Triunfo liberal (1857/1867-1876), en tercero la Revolución mexicana (1910-1917), y el cuarto obviamente la que según esto se inició a partir del 2018. Se les olvida que un “orden y progreso” porfiriano con todo y sus claros oscuros, tiene mucha vela en este entierro. Por lo tanto esta 4T es en realidad 5T. Pero como no hay un quinto malo y si en cambio gobiernos de quinta, mejor ahí la dejamos por ahora…
Las opiniones y conclusiones expresadas en el artículo son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de Quadratín.