Ráfagas: Tatiana Ángeles, cuentas pendientes
Una imagen se observó en la huasteca, la otra en el Valle de Mezquital, dos regiones con un denominador común: la pobreza de su gente y la ambición de sus autoridades y sus políticos que, en ambos casos, lucran con la necesidad de su pueblo para alcanzar el poder.
En la primera aparece un letrero a la entrada de comunidades de Tepehica, Tamalcuatilta y Apilotl, municipio de Huejutla, con la siguiente leyenda:
Prohibido (sic) la entrada a cobradores de Elektra, Coppel, compartamos Banco, etc.
La advertencia se debe a que quienes tienen adeudos con este tipo de negocios se han declarado insolventes para cubrir sus abonos y el asunto fue tratado con anticipación con las autoridades de la Secretaría de Gobierno, con sede en la cabecera de la huasteca hidalguense, con la intención de que la autoridad intercediera ante las empresas para determinar una suspensión temporal de pagos, debido a la contingencia sanitaria.
No hubo eco, y por eso decidieron advertir a cobradores para evitar ingresar a sus comunidades en busca del abono mensual o semanal, según sea el caso.
En el otro lado, en el barrio de El Fitzhi, aparece un camión de la empresa “Primos”, regalando gas licuado de petróleo (lp) a los vecinos, como un “obsequio” de Vicente Charrez Pedraza, quien aspira a ser candidato del Partido del Trabajo (PT) a la presidencia municipal de Ixmiquilpan.
Ambas escenas se observan en tiempos de pandemia provocada por el coronavirus y en tiempos de elecciones, que si bien éstas no se han reanudado formalmente, para partidos políticos y aspirantes la contienda ya comenzó y buscan promoverse aún sin conocerse las fechas precisas que deberá dar a conocer el Instituto Nacional Electoral (INE) y aplicar el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo (IEEH).
El caso de la huasteca, es una clara muestra de la complicada situación económica que padece la gran mayoría de los mexicanos, y en particular esa región que históricamente ha sido considerada en pobreza (algunas localidades en verdadera pobreza extrema), lo que en tiempos electorales es capitalizado por partidos y candidatos que compran el voto, por cierto en una zona donde más se ha encarecido el costo de la voluntad ciudadana para llevarla a las urnas.
Por lo que toca a Ixmiquilpan, un municipio golpeado por la pobreza en muchas de sus comunidades, a pesar de la llegada de remesas de nuestros paisanos que laboran en los Estados Unidos, pero también por la delincuencia organizada, a través del huachicol y la venta de drogas.
Por eso, quizá, fue que en días pasados el gobierno federal y el estatal ubicaron a Pascual Charrez Pedraza, alcalde de Ixmiquilpan, como uno de los 17 objetivos del crimen organizado por sus vínculos con un grupo delictivo que opera en la región.
Vicente es hermano de Pascual y Cipriano, quien sigue encarcelado por el delito de homicidio en grado de tentantiva en contra de su propio hermano, Pascual; además de seguir una investigación en curso por la muerte de un joven hace año y medio, asunto que provocó su desafuero y que posteriormente fuera encarcelado.
Pues Vicente, el tercero de la dinastía Charrez Pedraza, se alcanzó la puntada de regalar gas en El Fitzhi, como parte de su estrategia primero para alcanzar la postulación del PT a suceder a su hermano Pascual, aunque para esta acción haya puesto en riesgo a los propios vecinos que hicieron fila, sin cumplir con las medidas establecidas para evitar el contagio por coronavirus.
Así que, mientras en la huasteca se declaran en insolvencia de pago y advierten de plano a los cobradores ni acercarse a sus comunidades, en el Valle del Mezquital, la originalidad de Vicente Charrez, se hace presente, aún con riesgo de contagio, el chiste es anticipar la compra de voluntades, aprovechando la necesidad de la gente.
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